Treinta y dos ❤️

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Nadie le habló nunca de los cambios que el alfa atraviesa durante el embarazo de su omega. Jungkook no estaba preparado para volverse un alfa agresivo o sumamente protector. Esa necesidad primitiva de envolver a Jimin en una burbuja, era tan salvaje que no se reconocía. La redención le había caído en muy mal momento. Ahora que volvía a ser centinela, pasaba mucho tiempo lejos. Odiaba no cuidarlo como deseaba o acudir a su lado cuando quería sentir su aroma.

Así como su omega estaba reducido a sus instintos, también lo estaba Jungkook. En el poco tiempo que pasaban juntos, le costaba mucho trabajo controlarse y no ponerle las manos encima. Jimin desprendía feromonas que eran peores a las del celo. El olor dulce de su omega, almizclado con el del embarazo, le gritaban que era suyo para reclamar. No pasaba ni minuto en el que no sintiera sus colmillos crecer, ante la terrible necesidad de marcarlo. Incluso mientras vigilaba desde su puesto en los muros de la aldea, se encontraba soñando despierto con hundirse en la calidez de Jimin, mientras éste le recibía con las mejillas sonrojadas y la frente perlada de sudor. Sus aromas mezclándose, volviéndose uno solo...

Pero era demasiado riesgoso para el cachorro. A pesar de que se lo había prometido, no podía  hacerlo. Su mente estaría dominada por completo con la necesidad de marcar y reclamar. Además las palabras de la curandera resonaban en sus oídos. No dañaría a su cachorro. No lo perderían por su culpa.

Ver a Jimin tan alterado le partió el alma. Jungkook haría lo que fuera por complacerlo. Pero pedía demasiado. Estaba tan asustado de herirlo que tuvo que usar su voz de mando. Cosa que le horrorizó. Jamás quiso someter a Jimin de aquella forma.

-¡Por favor...-Chilló Jimin, presa de la desesperación.-Lo voy a perder... él se irá, Jungkook... por favor...!

Las pequeñas manitas de su omega de aferraron a su camisa en una súplica agonizante. Su siempre orgulloso y travieso omega estaba reducido al pánico. A pesar de los cuidados y el reposo constante, Jimin no estaba mejorando. El lobo de Jungkook sabía que marcarlo ayudaría a su cachorro. Era supervivencia básica. Pero la parte racional de si mismo, tenía miedo de cometer un error. El bienestar de su cachorro no era un juego.

-Sangré otra vez...-El llanto de Jimin era desgarrador.-Esta mañana volví a sangrar...  Igual que hace dos días... lavé la sangre para que no sintieras... lo siento, Jungkook... Ya no puedo... si sigo así... lo voy a perder...

Saber eso le partió el alma. ¿Serian ciertas las palabras de la curandera? Sin importar lo que hicieran, de todas formas... ¿Su cachorro no lo lograría?

El instinto le ganó a la razón.

Jungkook limpió las lágrimas de Jimin con besos. Sentía el pequeño cuerpo del omega temblando.-Yo los voy a proteger, no dejaré que nada les pase.

-Si me marcas ayudará... Lo sé...-Jimin volvió a su ataque despiadado con besos de necesidad, a los que ya no fue capaz de resistirse.

Pero no estaba de acuerdo en marcarlo en aquellas condiciones.

-Deja de llorar, Minnie.-A pesar de tener la cara hinchada y enrojecida por el llanto, Jimin era la cosa más hermosa que sus ojos habían visto nunca.-Mi pequeño omega es fuerte y decidido, no hay nada que lo amedrente. ¿Puedes traerlo de vuelta?

Se aseguró de recorrer su cuerpo con delicadeza y de envolverlo con su aroma. Jungkook era un alfa paciente y sabía que la mejor manera de calmar los miedos de Jimin era con caricias lentas. Para el momento en que le quitó la bata y besó su piel expuesta, el omega había dejado de llorar. Ahora sus brillantes ojitos ardían con pasión.

-Esto tiene que funcionar...

-Lo hará, por supuesto que lo hará. Confío en ti...-Todo era dicho entre besos y suspiros.

Un Alfa para mis días de celo||•Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora