30. Disneyland París

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El taxi nos dejó justo en la puerta del parque temático, que estaba atestado de gente. Antes de entrar ambos nos colocamos unas gafas de sol para pasar desapercividos, además de que el día acompañaba y el sol brillaba como nunca.

- Bueno, pues ya estamos aquí petite.- le  entregó las entradas a una mujer que no sé por qué, pero se le quedó mirando extraño.

- Espero que sepas que nos vamos a hacer un montón de fotos, con los protagonistas de mis películas favoritas, en las atracciones y en el palacio...- dije emocionada, le cogí de la mano y tiré de él para adentrarnos en el parque.

Misojos se fijaron en cada pequeño detalle, y mi sonrisa pemanecía en mi cara en todo momento. Arrastré a Antoine a las atracciones más locas. Después de mucho insitir lo convencí para montar en una montaña rusa, y os juro que no me he reído más en toda mi vida, sus caras bajando la cuesta más empinada eran épicas. Por otro lado, el también se rió de mi cuando entramos a una casa del terror que era de todo menos divertida. Como prometí al principio, me hice fotos con todos los personajes Disney que encontrábamos a nuestro paso. Inmortalicé un beso con el francés bajo el tan famoso palacio de las princesas y también compramos las míticas diademas de las orejas de Mickey y Minnie.

A la hora de comer fuimos a un restaurante de comida italiana basado en la película de Ratatuille. Y he de decir que la pasta dejaba  mucho que desear pero como siempre la compañía fue inmejorable.

- Creo que el día de hoy se suma a mi lista de los mejores días de mi vida.- dije felizmente.

- Fíjate, los mejores días de mi vida han sido siempre a tu lado.- dijo posando una de sus manos en mi muslo por debajo de la mesa. No sé cuando aprendió a ser tan cursi, pero no os voy a engañar, me encanta.- Adoro cuando tus mejillas se sonrojan, sigue pasandote desde el primer día que te conocí.- dijo con una sonrisa de bobo.

- Si tus comentarios no fueran tan cursis quizá no me pasaría. De verdad que pensaba que la romántica aquí era yo.

- Pues te equivocas petite.

Después de la comida como quedamos con un poco de hambre fuimos a un puesto de gofres y pedimos uno con nutella para compartir mientras seguiamos dando una vuelta por el parque.

- ¿Dejaras algún día de mancharte petite?

- Lo dudo.- contesté sacando el móvil para descubrir donde me había manchado y limpiarme. Pero Antoine se me adelantó y lamió la comisura de mis labios que al parecer estaban manchadas de chocolate.

- De tu boca sabe mucho mejor.- dijo uniendo nuestros labios. Yo me limité a sonreír a mitad del beso.

Al cabo de la tarde seguimos montándonos en más atracciones y sin duda, mis favoritos fueron unos columpios voladores que daban vueltas y gracias a su altura permitían unas vistas estupendas del parque. A las siete fuimos al desfile en el que salían todos los personajés en carrozas y cantaban canciones de las películas. Estoy segura que mi yo de siete años hubiera matado por ver aquel cabalgata.

Cuando se hizo la hora de irnos nos marchamos sin ganas de abandonar este hermoso lugar. Era ya de noche y nuevamente un taxi nos llevó de nuevo al hotel.

- Muchas gracias por todo Antoine, por cuplir mis sueños a tu lado, por apoyarme en todo momento y por abrirme las puertas de tu corazón de par en par.- dije fijando nuestras miradas.

- No tienes que darme las gracias petite, en todo caso te las tendría que dar yo a tí por tropezarte conmigo en el ascensor de tu antigua residencia de Vigo.- dijo con una sonrisa.

- Parece mentira de que haga más de un año de aquello, por una vez en mi vida me alegro de haber sido torpe.- ambos nos reímos y recordamos anécdotas durante el trayecto.

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