Suelto un largo bostezo antes de quitar las sabanas de mi cuerpo. Froto mis párpados una y otra vez hasta que mis ojos dejan de ver de manera borrosa la espaciosa habitación.
Me pongo en pie y rasco mi cabeza para luego llevar varios mechones rebeldes hacia atrás. Entro en el baño y después de hacer mis necesidades comienzo con mi aseo personal.
Lavo mis dientes y mi rostro para luego salir hacia la habitación. Hay tres maletas al pie de la puerta, una la reconozco muy bien, es mía pues lleva estampados de bandas famosas. En cambio, las otras dos son bastante nuevas.
Frunzo mi ceño y voy hacia ellas, me inco para tomar el cierre y darle la vuelta entera a cada una. Cuando abro la tapa siento que quiero gritar.
¡Oh santo Dios! ¿¡Qué ven mis ojos!?
Elevo un vestido afloreado corto, es bastante hermoso y es de etiqueta. Dejo a un lado la prenda y admiro todas las demás, mis ojos están tan brillantes y mi sonrisa va de oreja a oreja al ver tanta belleza.
Jamás, que quede claro, ¡Jamás tuve tanta cosa!
Hay varios vestidos y ropa casual en ambas maletas: zapatillas, tacones, vans y hasta accesorios femeninos.
¡¿Qué rayos?! ¿De dónde salió todo esto? no recuerdo haber ganado ni ninguna lotería...
Frunzo mi ceño al tener a una sola persona en mente, Darrow...
Ruedo los ojos y guardo todo en su lugar. Si todo esto lo hubiera comprado yo estaría fascinada, me pondría una prenda cada ahora si fuera posible, pero viendo que todo es de parte de él mi macarra no puede evitar salir.
¿Por qué tiene que comprarme todo esto? mi pinta no es mala, bueno un poco, ¡Está bien es terrible! ¿Pero qué se puede hacer con mi economía? no estoy en posición de darme lujos como estos.
Y de alguna forma ese idiota ha bajado un poco más mi orgullo.
Hago a un lado las maletas con enojo y abro la puerta para ir por ese imbécil. Aprieto la quijada y los puños pensando seriamente lo que voy a decirle.
Entro en su habitación a toda prisa pero no lo veo, maldigo en bajo y voy hacia la cocina.
— ¡Darrow! ¿¡Dónde estás riquillo!? — doblo la esquina para llegar ahí.
Cruzo el marco y choco con alguien de manera que retrocedo unos cuantos pasos.
Elevo la mirada y doy con un tipo.
— Hola, ¿Tú eres Amelie verdad?
Doy un grito y lo golpeo con mi puño tan fuertemente que cae en el suelo.
— ¡Oh mierda! — se queja sujetando dolorosamente su nariz.
Tomo un jarrón del mesón y me pongo alerta.
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Suite Francesa ©3
RomanceDarrow Ackermann. Muchos lo conocen por ser el hijo del rey de la mafia, sin embargo, la mayoría lo conoce por ser el príncipe de la fragancia. A sus 30 años el codiciado magnate ha sido reconocido por su exitosa empresa "FraGWorld". Todo se hace a...