Capítulo 24

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Ha sido un placer conocerte

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— ¡¿Qué hace ese imbécil con piernas aquí?!

— Rin, tranquiliza…

— ¡Este imbécil con piernas tiene oídos! — Yuma se acercó, sentándose en el taburete más cercano.

— Venga, vamos a rel…

— Cierra la puta boca. — Le contesté mordaz, interrumpiendo nuevamente a Kaito, al cual observé enfurecida. — Me pediste hablar y acepté. Te pregunté si él estaría aquí y me aseguraste que no.

— Sé que estás molestas pero…

La seca risa de Yuma fue la que le cortó esta vez.

— Siempre. — Dijo. — Ella siempre está molesta por algo.  — Apoyó el codo en la barra. — ¿Qué te pasa Rinny? ¿Te da miedo enfrentarte a mí?

Me relamí el labio superior. Cada palabra que salía de su boca hacía aumentar mis niveles de ira.

— ¿No tienes clientas con las que follar?

— ¿Quieres ser…

— YA ESTÁ BIEN. — El vaso que él antes sostenía fue golpeado sobre la barra de forma ardua, provocando un ruido sordo que nos alertó a ambos. Su tajante y seria expresión nos acalló. La actitud de Kaito parecía la de toda una madre enfadada. — Rin, sí, te engañé para que vinieras. — Puso su dedo índice ante mis labios, impidiéndome replicar. — Ya me he hartado de ser vuestro psicólogo de pareja gratuito. Es hora de que habléis y solucionéis las cosas ¡Ahora!

Bufé, aguantándome el enfado, presionando mis puños con fuerza. Aghhhh, ¡te odio! Pero… Observé de reojo a Yuma, tampoco puedo desaprovechar la oportunidad… ¿o sí?

Solté un pequeño grito de frustración en mí interior. Con lo extrañamente feliz que me estaba yendo la vida ¡¿Por qué mierda me toca aguantar esta…MIERDA?!

Antes de que mi subconsciente pudiera auto-responderse a esa pregunta, me senté a regañadientes en el taburete continuo al de Yuma, negándome a observarlo.

— ¿Y no había un lugar mejor para hablar que un prostíbulo? — Pregunté.

Kaito puso una mueca vacilante, dándose cuenta de ese hecho.

— No. Supongo. No estoy del todo seguro…Al estar vacío no podríais llamar la atención de nadie, lo que lo convierte en el mejor lugar posible para poder hablar. — Su dudoso tono de voz me decía que no se lo había replanteado muy bien. Kaito volvió a coger el vaso que antes golpeó para colocarlo en su estante correspondiente. Al girarse, sonrió con sinceridad. — ¿Sabéis? Hay una considerable cantidad de clientes que vienen aquí porque le han roto el corazón, o porque se sienten desganados y vacíos. Soy un barman; he escuchado, servido y aconsejado a muchas mujeres y hombres con el alma y el corazón roto. Muchos de ellos ni siquiera sabían qué demonios hac…

— Aghhh...Ve al grano, ¿quieres? — Le cortó nuevamente Yuma. Kaito le frunció el ceño. Sorprendía su gran paciencia después de ser interrumpido por cuarta vez en lo que llevábamos de conversación.

Hazme sentir viva | RinxLen [EN PROCESO DE EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora