Capítulo 3

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¿Preguntas que por qué ya no insisto? Simplemente ya no me importa

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— ¡Cuatro ojos detectado! ¡Repito! ¡Cuatro ojos detectado! —alerté, provocando que en apenas unos segundos, entre pequeñas risas de complicidad, todos volvieran a sus asientos y cerraran la boca.

Por mi propia seguridad, hice lo mismo, volviendo a mi lugar, junto a Miki.

— Bueno, fue divertido mientras duró —comenté, observando el techo. Tenía unas bonitas molduras de color crema.

— Sí, son pocas las veces en las que Hiyama llega tarde.

— Ojalá directamente no viniera a clase

— Venga ya, tú amas la música.

Oírla, amo oír la música no soportar clases sobre el tema. Yo ya soy una experta —dije con fingidos aires de superioridad.

— Hiyama no es tan horrible —replicó.

— Pero si...

Nuestra conversación fue interrumpida por el ligero chirrido de la puerta abriéndose; el señor Kiyoteru ya había llegado, sin embargo, parecía no venir solo. Ambas nos fijamos en que había una pequeña figura tras él. Agrandé mis ojos, sorprendida al reconocerla.

— Gumi, —me susurró Miki. La observé esperando a que hablase. Ella entrecerró los ojos, dirigiendo su vista a esa chica— ¿esa no es Kagamine Rin?

— Eso parece.

— ¿Qué hará aquí? —alcé una de mis cejas, sarcástica. Ella puso los ojos en blanco—. No me mires así; ya sé que va a nuestra clase, pero me refiero a que pensaba que a alguien que no le importa saltarse asignaturas complicadas como, no sé, ¿matemáticas?, no le importaría saltarse algo como música. Es decir, la música es preciosa y tal, pero ya sabes que aquí es como una asignatura sobrante en la que pasar el rato y poco más.

— Supongo que Hiyama la habrá pillado intentado saltársela —le contesté mientras veíamos como se encaminaba a la silla más apartada de la clase.

— Si es así, está metida en un buen lío...—comentó Miki, irguiéndose y palpando distraída uno de sus mordisqueados lápices.

— No he dicho que pueda sentarse, Kagamine —sus palabras acallaron por completo los susurros que circulaban entre los alumnos, incluyéndonos a nosotras. Los ojos de todos estaban puestos en ella, atentos a su próximo movimiento, como si fuera algún tipo de animal salvaje e imprevisible.

Sentía lastima por Rin; había multitud de rumores rondando sobre ella y ninguno era bueno. En cierta manera, acababa siendo totalmente comprensible que ella se escabullera de las clases; no debía ser fácil estar rodeada de un ambiente tan tóxico.

— ¿Qué quiere que haga? —contestó ella, alzándose.

— Como castigo por lo que ha hecho, va a interpretarnos una pieza de piano —le ordenó.

— ¿Qué? —pareció quedarse un tanto paralizada.

— Lo que ha oído —el sensei señaló con la mirada el taburete negro que acompañaba al piano.

El rostro de Rin mostraba una expresión un tanto compleja de leer. Era una contundente seriedad mezclada con aparente indiferencia, como si le diera completamente igual el hecho de ser castigada o no obedecer. Sin embargo, había algo detrás de aquella postura que no acababa de entender del todo. Algo extraño en lo que no fui capaz de caer.

Hazme sentir viva | RinxLen [EN PROCESO DE EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora