El amor lo vence todo

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Un mes entero pasó desde que Ken cayó en coma.

Shuna se encontraba en su departamento. Desde la pelea final con Taro podía ver espíritus y hablar con ellos. La habían dado de alta tres días antes. Tenia vendas en el torso y puntos en su espalda.

En una repisa se encontraban todas las fotos de sus amigos, con veladoras y flores de compañía. Frente a cada foto se encontraba la urna de cada uno.

-Hoy... van a desconectar a Ken ¿verdad?- le preguntó el fantasma de Shu a su hermana. "Audaz", Valt y Daigo escucharon atentos.

La joven estaba desayunando pan que había comprado con la madre de Valt el día anterior. La mujer mayor y los hermanitos de Valt la acompañarían a ver a Ken.

El tratamiento no había funcionado y ese día lo desconectarían.

Ese día Ken moriría.

Todos sus amigos irían con ella para apoyarla.

Tocaron la puerta. La joven fue a abrir y se encontró con la familia Aoi.

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Estaban caminando y se encontraron a Luí y a Jin.

-Hola chicos- saludó Jin a los fantasmas.

Los fantasmas lo saludaron de vuelta.

-Hola Jin- le dijo Shuna, sombría.

-¿Por qué esa cara tan larga?- le preguntó a sus espaldas un fantasma, haciéndola sobresaltar.

-AAHHH... Wakiya... ya te he dicho que no me asustes así, risitos de oro- le dijo enojada. Jin tenia una urna de Wakiya porque antes de que el rubio muriera eran buenos amigos.

-Shuna... ¿te sientes bien?- le preguntó su amigo ciego.

-Si... lo estoy... "murciélago de fuego"- dijo lo último con una sonrisa. Desde que el general lo había visto pelear le había puesto un sobrenombre.

Su amigo le sonrió de vuelta -que alivio... "Luna carmesí"- la razón de ese sobrenombre era por su cabello blanco y sus ojos rojos.

Siguieron caminando. Tenían bastantes cosas que hacer antes de lo de Ken. A este lo desconectarían caída la noche.

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-Llegaron- dijo el general cuando vio a todos los bladers sobrevivientes haciendo una fila ante el en el jardín de la base.

-SEÑOR!!!- dijeron todos de forma disciplinada.

-Los llamé para darles esto- les mostró a todos una insignia - estas insignias están personalizadas. Tienen escritas en ellas los sobrenombres de cada uno de ustedes. Quiero que la muestren con orgullo para demostrar que ustedes lucharon en esta ardua guerra.

-SEÑOR!!!

El general comenzó a entregar las insignias.

-Naruto Uzumaki; "El rayo rojo". Sakura Haruno; "Cerezo guerrero". Kakashi Hatake; "Lobo de la noche". Gaara Sabakuno; "Príncipe de la arena". Hinata Hyuga; " Princesa del ojo blanco". Sasuke Uchiha; "Serpiente guerrera" Luí Shirosagi: "Murcielago de fuego". Xander Shakadera; "Espada humeante". Zac el alba; "Estrella de fuego". Y finalmente... Shuna Kurenai, la mujer que acabó con esta guerra; "Luna carmesí". MUCHAS GRACIAS A TODOS POR SU SERVICIO. LES DEBEMOS UN FAVOR MUY GRANDE.

-SEÑOR!!!.

La entrega de insignias duró hasta el atardecer, así que todos corrieron al hospital.

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Era de noche. La luna brillaba imponente en el cielo nocturno.

En una habitación se encontraba una joven albina acompañada de un par de perritos.

Sobre una cama se encontraba un azabache sin su camisa. Estaba conectado por medio de cables en el pecho y en la cabeza a una maquina. Había unos cuantos tubos conectados de sus muñecas y su cuello administrándole medicina, aunque los fluidos ya no corrían por los tubos.

Todos los demás chicos se habían quedado afuera, esperando la salida de la albina.

En el pecho de la joven descansaba una insignia roja con forma de media luna. Decía "Shuna Kurenai; Luna carmesí".

-¿Lista?- preguntó un hombre de bata blanca.

-Lista- dijo la albina. El hombre apagó la maquina, he inmediatamente los latidos del corazón del joven disminuyeron su ritmo.

-Cinco minutos- dijo el hombre saliendo de la habitación.

Hubo un silencio muy incomodo que para la joven fue una eternidad.

-Ken... se que no me puedes escuchar... pero eso no me importa. Ya intente dejarte como me lo pediste pero... simplemente no puedo. No imagino una vida sin ti. Ya perdí a todos los que quería... Rantaro, Valt, Daigo... y Shu. No se si pueda dejarte ir- los latidos del corazón eran cada vez más débiles. La albina tomo la mano del azabache -tu mano esta fría. Supongo que te queda poco tiempo. Supongo que debo dejarte ir...- la albina le dio un beso al azabache en la comisura de los labios.









-Siempre te amaré, Ken...







Los latidos pararon, y el monitor lo marcó. Las lágrimas corrían por la cara de Shuna.

Pasó varios minutos tomando la mano de su difunto novio... pero... pudo sentir que su agarre era correspondido.

Esta se sorprendió... pero sorprendió más cuando el monitor volvió a marcar latidos.

El azabache se quejó y abrió un poco los ojos.

-También te amo... mi luna carmesí.

-BUAAAAHHHHHH- la albina se le abalanzó y el chico no tuvo más remedio que incorporarse.

-No llores, Shuna. Estoy aqui- le decía mientras le acariciaba el cabello.

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Mientras tanto, en un parque, se encontraba un cerezo marchito que contrastaba por la brillante luz de la luna. En la punta de una rama, se encontraba un único capullo esperando abrirse.

También te amo... mi luna carmesí.

Las palabras fueron arrastradas por el viento hasta el capullito.

El capullo se abrió, dejando a la vista una hermosa flor, que simbolizaba el renacimiento de un amor que el árbol tanto valoraba. Después de todo, todos saben que...





El amor lo vence todo.

Los Gemelos Kurenai: mi ultimo deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora