Capítulo 27

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—¡Al fin llegas!— una gran sonrisa se planta en sus labios.

—Hey, Adam, tiempo sin verte guapo.– me da un corto abrazo al que correspondo. –Pero mira, no tengo mucho tiempo, ¿ves esa ventana de allí? Pues ahí está mi guardaespaldas– no puedo evitar que una mueca de desagrado aparezca en mi rostro. –así que, dime, ¿qué era lo urgente?

Su mirada se carga de dolor y de inmediato sé lo que pasa: —Es Erick, ha tenido un accidente en coche y está grave.— se pasa las manos por el pelo en señal de frustración y la nostalgia me carcome.

—¿Qué pasó?

—Iba colocado hasta las cejas, también se le habían pasado las copas esa noche, no creí que fuese a pasar algo así, ya lo había hecho por eso no se lo impedí. Pero se quedó dormido el imbécil. Un poste de luz estaba sobre el auto, lo separaba a la mitad, mi primo tenía una vara de metal incrustada en la pierna y con el cuerpo a medio salir por la ventanilla.– una lágrima sale de su ojo y rueda por su mejilla hasta perderse al final de la barbilla. –Ayer por la tarde volví a Estados Unidos en avión. Estuvimos toda la semana de fiestas, celebrando que ambos estábamos juntos. El médico dijo que si salía del coma, estaría estable, pero que no aseguraba que su memoria esté recuperada. Le dio un derrame cerebral y por milagro ha sobrevivido.

Coma. Maldita sea Erick está en coma. Paso las manos por mi cabello intentado alivianar la situación. ¿Cómo mierda pasó todo esto?

—Casi lo olvido, Isaac es hijo de un tal Marcus Douglas. Son carteles, no los más buscados pero son peligrosos, Nikole, ten cuidado con ellos.— asiento no muy segura de poder cumplir con su petición.

—Un colega te dará un papel con más información. No sé a dónde quieres llegar con todo esto, pero le prometí que estaría disponible siempre para ti.— sé que habla de su primo.

—Gracias– le doy una sonrisa sincera y tomo el pomo de la puerta para entrar cuando lo recuerdo. –Oye, un favor más, investiga a Colton Kingsman.

Asiente y entro corriendo a la farmacia. Agarro dos paquetes de toallitas femeninas y una caja de tampones. No estoy con mi periodo, pero prefiero estar preparada por si las dudas. Escucho pasos y corro a sentarme a las bancas, en cuanto apoyo mi trasero en la superficie plana, aparece Owen con la rubia detrás acomodando su uniforme y puedo sentir como la adrenalina pasa y el dolor en mi tobillo hace acto de presencia por habérmelo torcido.

—¿Estuvo bueno chicos?

Me paro intentando no cojear y avanzo hasta el mostrador para que la chica pase los productos y Owen le da la tarjeta para poder largarnos de una vez por todas. Caminamos a paso rápido hasta que alguien me choca por delante de forma abrupta hasta que recuerdo lo que había dicho Adam, extiendo mi mano quedando a la altura de su abdomen y el pone un papel doblado sobre mi palma. La cierro y le empujo.

—¡Fíjate por dónde vas imbécil!— el tipo me saca el dedo medio y sigue su camino mientras yo tiro insultos al aire para hacerlo más creíble.

Nos montamos en el coche y antes de arrancarlo, Owen me mira. —Dame.— extiende su mano y yo arqueo una ceja.

—¿Disculpa?— la adrenalina me recorre nuevamente.

—Lo que ése sujeto te dio, lo quiero ¡ahora!

—No lo creo, cielo.

—Si no lo haces, me veré obligado a informarle a Chelsea.— ¿Quiere jugar? Pues entonces, juguemos los dos.

—Abre la boca y yo le diré que has dejado a un recluso sólo por tener intimidad con un empleado del comercio y quizás, no lo sé, te cueste ¿el puesto? ¿El trabajo directamente? Yo que tú me lo pienso.

La Sonrisa Del Demonio |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora