Capítulo 29

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A lo lejos se observan unas preciosas camionetas 4×4 negras, con cajuela y doble cabina. Las tres se estacionan a nuestros pies, en la parte de adelante se encuentra Adam al volante y otro tipo de copiloto, y supongo que en las otras dos es el mismo caso. Subo en la cajuela, en menos de dos segundos ya no hay nadie que toque el suelo; una vez todos a bordo, se ponen en marcha con los faroles apagados y con caños de escape especiales para evitar ruido y así no llamar la atención.

Veinte minutos de marcha continua y rápida, la ansiedad me consume y me veo obligada a encender un cigarrillo para controlarme. Ian me da la mano para reconfortarme, y se lo agradezco inmensamente, en unos pocos segundos, en mi mano no queda más que el filtro de lo que era un cigarro.

Lo tiro fuera de la cajuela y la paz que había sentido se evapora de inmediato cuando mis ojos se posan en aquél moreno con la gorra volteada hacia atrás. Miro hacia el interior de la camioneta y en éste momento, le deseo la muerte al imbécil de Adam.

-¡Date por muerto!- le digo a través de el auricular que cuelga de mi oreja, así como el de todos y cada uno de los presentes.

De inmediato puedo oír la risa de varios y a Adam desactivar su aparato.

¿Cómo mierda ha permitido que Andrés venga con él? ¿Es que acaso las neuronas ya se les han terminado de extinguir?

Sabe cómo son las cosas al involucrarte con la mafia. O matas, o te matan, y si quedas libre, te conviertes inmediatamente en prófugo, ya sea de la ley o de mafiosos, y no querrás que uno de ellos te atrape, los castigos por desafiarlos son inimaginables, una auténtica tortura y prefieres mil veces la cárcel a que te encuentren.

Eso es lo que me molesta, Adam también tiene asuntos pendientes con Douglas, pero mi primo no, él no tiene idea de lo que se nos avecina. Aprieto con fuerzas mis puños en un intento fallido de aliviar el inmenso estrés que se ha instalado en mi sistema. Esto me presiona aún más a que todo salgo al pie de la letra. ¿Cómo le diré a su madre qué por asuntos míos su hijo ha acabado bajo tierra? De ninguna manera.

Pierdo la noción del tiempo hasta que siento la camioneta estacionar en un bosque a las afueras de la ciudad, nos bajamos y aprovecho para ir hacia él y proporcionarle un buen puñetazo en la mandíbula con todas mis fuerzas haciendo que se tambalee y dirija su mano a el área dañada.

-¡Vuelve a hacer algo por el estilo, y date por muerto!- me alejo de Adam y camino hacia Andrés.

Repito la misma acción pero con la diferencia de que a este sí lo tumbo en el suelo recibiendo abucheos bajos del resto presente.

-Pero, ¿qué mierda?- dice desorientado y con la mano en su mandíbula haciendo masajes para aliviar el dolor inútilmente, sus ojos se tornan de un tono más oscuro debido a la ira.

-¿En qué carajos pensabas cuándo has tomado el puto avión hasta aquí? ¿Es que has perdido la jodida cabeza, imbécil?

Trato de no gritar mientras mi respiración está agitada de por demás. Mi corazón va tan rápido que lo siento galopar en mis tímpanos y el pulso en todas y cada una de mis venas.

-No te iba a dejar sola, Erick me contó lo que tenías planeado y tuve que forzar a Adam a que me traiga con él.

Se levanta hasta ponerse de pie lentamente y con las manos elevadas para apaciguar la bestia que se ha despertado en mi interior y ruge porque la deje salir.

-No vas a ir.- sentencio. -A los vehículos, cambio de planes.

Se escuchan los murmullos ajenos.

-Cierren la boca, si no están de acuerdo, pueden irse por dónde vinieron y volver al puto internado, aquí nadie les ruega por que se queden.- digo alzando la voz.

La Sonrisa Del Demonio |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora