Capítulo 38

2K 124 9
                                    

Una semana. Una semana ha pasado y hoy será el gran día. Hoy daremos el golpe final. Sin obstáculos de por medio. Tenemos vía libre y ventaja sobre ellos. ¿Lo malo? Ian no ha presentado mejoras de ningún tipo. He pasado días enteros allí con él pero, nada. Siquiera ha movido sus dedos, piernas o lo que sea.


Y ya me estoy comenzando a preocupar muchísimo. Según el doctor, que por cierto está muerto, debía haber abierto los ojos hace unos dos o tres días; y nada. Colton se ha estado turnando para cuidarlo al igual que Jaiden, pero no he querido que le cuide dado a que está conociendo a su hermana y no quiero interrumpir. Quizás él no salga con vida de esta y quiero que la niña disfrute lo que pueda de su verdadera familia. Por otro lado, Rose se ha adaptado muy bien al ambiente que ahora la rodea, y algunos de los chicos se han encariñado y no la dejan ni a sol ni a sombra.

—Vamos hermano, no te puedes ir. Te necesito de pie.— digo a Ian. Ojalá y me escuchara.

Siento un leve movimiento sobre mi mano cerrada y de inmediato dirijo allí mi vista.

—¡Puta madre!– exclamo sobresaltada. –Ian, ¿Ian, me oyes? Yo sé que sí amigo, vamos, has el esfuerzo.

Y luego nada. Ya no mueve su mano, si hace el intento no lo sé, pero ya no hay movimiento alguno. No voy a mentir, eso me decepcionó, pero a la vez me llenó de esperanza y de ilusión.

¿Y si despierta? ¿Y si esto es el comienzo de su rehabilitación? Sea lo que sea, no lo voy a dejar sólo, no ahora.

—Kingsman, te necesitamos en la sala.

O quizás si le deje un momento. Pequeñito, juro que un momento pequeñito.

—Voy— me paro de mi asiento y camino hasta la puerta, no sin antes hecharle una última mirada a mi amigo ya no tan inconsciente. Es un avance, y me alegro de que pase.

—Oye jefa, ¿a qué hora salimos mañana?

—Tenemos diez minutos hasta que hagan el cambio de guardias a las cinco a.m. Por eso, saldremos de aquí a las cuatro.

—¡Perfecto!— dice con sarcasmo y aplaude sonoramente.

Río un poco por la cara de horror que puso Jaiden al oír el horario y digo: —Tú te quedarás con la niña, al igual que Andrés.

—¡Estás loca!— fue lo que dijo Andrés al mismo tiempo que mi primo, sólo que él dijo, —¡Ni en sueños!

Esto será difícil.

—Jaiden, has recuperado lo único que te queda de familia, no condenes a tu hermana a vivir sin una.— su mirada se suaviza por un instante en el que creo hacerle entrar en razón cuando sale con otro disparate.

—¡Iré igual! Esto es personal, ya no es sólo por ayudarte, también me quiero deshacer de Marcus, y si tengo la posibilidad trabajando contigo, no lo desaprovecharé.

—Bien, ¿Andrés, qué harás? Si no valoran mi preocupación hacia ustedes, pues, ya no lo haré más.

Salgo de la sala y voy nuevamente al cuarto a ver si Ian a presentado alguna mejora. Un suspiro de frustración se me escapa cuando veo sus ojos cerrados y sin signos de querer abrirlos.

—Oh amigo.— digo entre otro suspiro.

Mi móvil vibra en mi bolsillo y camino hasta la puerta para mayor privacidad... ¡Cómo si alguien me pudiese escuchar! Aparto mi estupidez y atiendo la línea.

—¿Sí?

—Ya sé quiénes son los sujetos de la foto.

—¡Sorpréndeme!

La Sonrisa Del Demonio |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora