Capítulo 17

3.3K 191 6
                                    

—¿Cómo te sientes?— pregunta Ian sentándose a mi lado.

—¡Cómo la mierda!

—No voy a decir que todo va a estar bien, porque no lo sé, pero te puedo asegurar que no estás sola en esto.

—Gracias.— digo en un susurro apenas audible.

Apoya su espalda contra la pared y automáticamente acomodo mi cabeza en su pierna, él comienza a acariciar mi cabello mientras cierro mis ojos por inercia y dejo que sus dedos tracen invisibles lineas sobre las fibras azules que cubren la parte superior de mi cabeza.

—Te he extrañado ¿sabes?— abro lo ojos y pongo atención a lo que dice.

—Y yo.— abrazo su cadera aproximando mi cara a su miembro sin querer.

Pero es algo a lo que ambos le restamos importancia. En algún momento se dará esto entre nosotros, pero no es el momento. Retoma las caricias que anteriormente ejercía en mi cabello y veo atisbos de preocupación en sus ojos. Tiende a hacer preguntas sin antes pensárselo dos veces y sin siquiera repararse a pensar si son demasiado crudas. Pero vamos, ¡estamos hablando del mismísimo Ian! ¿Qué esperaba? Tal parece que este no es el caso. Soy capaz de observar su lucha interna por debatirse en cómo formular las preguntas que rondan su mente.

—Anda ya, pregunta.

—¿Por qué te drogas?

—Es una buena salida de momento.— elevo mis hombros restándole importancia al asunto.

—Sabes que te destruye. ¿Desde cuándo?— exige con tono severo.

—Cuatro meses– abre sus ojos con sorpresa reemplazada casi de inmediato por enfado. –¿Y tú? Porque, ¿no creerás qué no me di cuenta, o sí?— desvía la vista a la pared y un sonoro suspiro frustrado escapa de sus labios.

—Un año.— revela.

—¿Un año? Y te quejabas de mí.— murmuro consternada.

—Lo había perdido todo, ¿qué es lo qué esperabas?

A estas alturas me siento demasiado culpable.

—No puedo evitar sentirme culpable.— confieso.

—No es tu culpa, tranquila, no es tu culpa que te hayan sacado de allí, a demás era más que obvio que soy del tipo de chico que una familia siempre evita. Porque de no ser así, ¿cómo me puedes explicar que ya he cumplido diecisiete y nadie me ha adoptado?— su voz suena melancólica y dolida.

—Yo,– tomo un largo suspiro, –por algo ha pasado lo que pasó, quizá lo nuestro era terminar juntos, observa el lado positivo,– me siento sobre el colchón y lo miro a los ojos. –de no ser así, no podrías disfrutar de mi compañía, no estarías en presencia de esta modelo.— apunto mi cuerpo y de inmediato posiciono mi mano izquierda sobre mi cabeza y la hecho hacia atrás en pose de diva.

—Modelo de lo ridículo.

Lo miro decepcionada y argumento: —Tú siempre la cagas.— vuelvo a acomodarme como antes para luego bufar sonoramente.

—Es broma niña, tú sabes que eres mí modelo.— acaricia mi hombro en forma de remediar lo antes dicho.

—Ajá sí, como sea.

—Ven acá.— me endereza y me sienta en su regazo.

Coloco mis piernas a cada lado de su cadera y lo miro expectante.

—Sabes que te quiero, y que a pesar de nuestras discusiones, o lo que sea, jamás podré enfadarme contigo por mucho tiempo. Eres lo único que tengo. Lo único que me queda.— dice en un susurro apenas audible pero lo suficientemente alto cómo para que mis oídos lo capten.

La Sonrisa Del Demonio |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora