XVII

646 60 1
                                    

No sé, no sé si soy gay, si soy heterosexual, si soy bisexual, el tema acá es que me enamoré, y te juro que no sé como pasó, porque lo conozco hace muy poco, solo sé que sentí esa necesidad de protegerlo, de necesitar que todo el tiempo esté bien, y cuando hoy le conté lo de tu embarazo, cuando se fue sin despedirse, me di cuenta de que si lo pierdo me muero — contestó el rizado con lágrimas en los ojos, y Antonella lo miraba fijamente a los ojos, lo escuchaba con una expresión tan neutra que no sabía si era porque quería matarlo, o porque lo comprendía. — Gabi, me tomas por sorpresa, pero yo no quiero que éste bebé sea una atadura para vos, obvio quiero que te hagas cargo, pero no quiero que pierdas al amor de verdad sólo por esto, así que si lo amas de verdad como me decís, anda a buscarlo, aclarale todo, y decile todo lo que me dijiste recién, estoy seguro de que si él te ama también, te va a entender — contestó la chica, para luego abrazarlo. Gabriel sonrió, sentía se había sacado un peso de encima, y estaba sorprendido de lo bien que había entendido su ex, era como otra persona, más madura. — Gracias, en serio gracias, estoy seguro que nuestro bebé va a tener a la mamá más buena del mundo — le dijo sin romper el abrazo
Bueno dale, anda a buscarlo. Yo me voy yendo. Chau Ga — soltó la chica caminando hacia la puerta.

(...)

Era de noche, y una tormenta se había desatado sobre Buenos Aires, llovía tan fuerte, que el cielo parecía iba a caerse, pero ahí estaba Gabriel, yendo en su auto a casa de Renato, estaba decidido a confesar lo que sentía. Se paró frente a la puerta y toco el timbre, cuando la puerta se abrió miró confundido — Hola ¿Está Renato? — preguntó con el ceño fruncido al ver a un chico alto, de ojos color miel y sin remera — Eh, sí, ya te lo llamo — contestó caminando hacía la habitación — Amor, te buscan — soltó, y algo dentro de él se rompió cuando escuchó esa palabra, y peor fue cuando vio a Renato caminar hacia la entrada, también sin remera y con una sonrisa en la cara, que se borró rápidamente cuando lo vio a él.
¿Qué haces vos acá? — preguntó, y Gabriel se quedó callado.

Polos opuestos {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora