XV

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Renato estaba destrozado, nunca una noticia lo había lastimado tanto, no entendía por qué le afectaba de esa manera, si conocía a Gabriel hace sólo unos días, si sólo se habían besado un par de veces, ni siquiera llegaron a intimar, pero ahora ahí estaba, hecho bolita, contra la puerta de su habitación, con una catarata de lágrimas cayendo por su rostro, se sentía un idiota ¿En serio pensó que realmente podría construir una historia de amor con el rizado? Sí, lo había hecho. Estaba mal, y necesitaba aferrarse en alguien, así que marcó un número en su celular

- Hola... No, no estoy bien ¿Podes venir? Estoy en mi casa... Chau - cortó la llamada y tiró el móvil lo más lejos que pudo, no quería seguir recibiendo mensajes del mayor, diciéndole que debían hablar. 

(...)

Gabriel no sabía que hacer, intentaba comunicarse con Renato, porque quería explicarle bien como sucedió todo, pero no había caso, el chico no pensaba atender su teléfono, y era entendible. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Volver con Antonella y criar a su hija o hijo en una familia sin amor? ¿O debía jugársela por amor? Por ese amor que descubrió hace tan sólo unos días, pero que golpeó tan fuerte en su vida, obviamente siempre haciéndose cargo de ese pequeño bebé que ahora crecía dentro de su ex novia. Volvió a agarrar su celular "Anto, veni a mi casa, tenemos que hablar" le escribió.

(...)

Sonó el timbre de la casa del castaño, sin ganas se levantó a abrir la puerta, una vez que lo hizo vio a Julián, con cara de preocupación, y automáticamente se lanzó a sus brazos, llenando su hombro de lágrimas - Tato ¿Qué paso? - preguntó - No me preguntes, no quiero hablarlo, sólo quiero que me abraces, necesito que lo hagas Ju - respondió con su rostro hundido en el cuello del chico, el cual estaba acariciando su nuca, depositando unos pequeños besos en el cabello del mayor. - Amor, entremos, acostate que yo te voy a preparar un café, si no queres hablar de ese tema no lo hagamos, pero no llores más - le dijo, entrando a la casa. Renato hizo caso, se recostó y dejó de llorar, o al menos lo intentó. Quería tanto a Julián, sin duda alguna es de las personas más buenas que conoció en su vida, y ahora ahí estaba, batiéndole un café, mientras el lloraba porque la persona que realmente quería, iba a tener un hijo con alguien más. 

- Con dos de café y dos de azúcar, como más te gusta - dijo el chico, entrando a la habitación, Renato lo miró con una sonrisa - Gracias Ju - habló - No me agradezcas, sabes que siempre estoy con vos, sea cual sea la situación, yo voy a estar siempre con vos - y Renato se quedó callado, sin saber que responder - "El silencio no es tiempo perdido" - citó a su difunto tío, el pequeño lo miró, mientras le caía una lágrima — "Es tan frágil depender de todo" y yo dependo de vos — volvió a hablar, ésta vez acercándose un poco más — "Si el leguaje es otra piel, toquemonos más con mensajes de deseo" — respondió Renato, también citando a Gustavo Cerati, y Julián lo besó, y Tato correspondió.

Polos opuestos {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora