IX

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Renato terminó de bañarse, pero tenía miedo a salir, sí, miedo, porque no sabía que iba a decirle a su novio. Por más que no haya hecho nada indebido, ya se sentía una persona horrible por sentir cosas por el rizado, maldijo el día que fue a la cancha, que hizo que se choque con el chico, su existencia le había descolocado el mundo por completo. Él era un pibe que tenía todo acomodado, desde su vida personal, hasta los estudios y aficiones, pero tuvo que llegar Gabriel, con esos ojos verdes, esos rulos bien formados y su forma de moverle piso constantemente.
Lenta y cuidadosa fue la forma que tuvo de salir de la ducha, apenas abrió la cortina vio a Julián, sentado en uno de los bancos del vestuario, esperándolo para hablar. Caminó hacia él y se sentó a su lado.

¿Me vas a decir que te pasa? — preguntó con un tono de comprensión. — No pasa nada Ju — mentía, sí pasaba, pero no era capaz de decirlo. — Tato, mirame, a mi no me vas a engañar — le dijo. «Engañar, justamente tiene que ver con eso» pensó. — Estoy cansado, es sólo eso, necesito tiempo. — soltó. — ¿Tiempo? ¿Tiempo para descansar? ¿O tiempo lejos mío? — preguntó y el menor pudo notar como la voz del chico cambió, como se fue apagando con cada palabra que soltaba. El castaño no contestó — Lo sabía — dijo levantándose

Renato: No, para, no es así, no necesito tiempo lejos tuyo, es que tengo un quilombo bárbaro en la cabeza, y no quiero lastimarte.
Julián: ¿Lastimarme? Ahora me estás lastimando, con ésta situación.
— Renato: No quiero hacerlo.
— Julián: ¿Te gusta alguien más?

Renato tragó saliva ante la pregunta de su novio, no podía disimular más, ya no quería mentir. — Sí...— dijo finalmente. — Julián, te juro que no busqué que me pase esto, sólo ocurrió, fue inevitable. Nunca buscaría hacerte mal, yo te quiero demasiado, sabes que me encanta pasar el tiempo con vos. — ya había comenzado a llorar, sí, era muy sensible. — ¿Pasar tiempo? ¿Pasar tiempo le llamas a nuestra relación? Renato yo te amo. — el chico ya se había comenzado a poner molesto, la situación lo estaba sobrepasando. — No me refería a eso, deja de buscarle el lado malo a todo. Sólo quiero que me entiendas, yo no sería capaz de hacerte mal, me conoces, sabes que aborrezco las mentiras. — le dijo tomándole las manos. — Tato, yo te amo, y por más que me cueste, te voy a esperar, pensalo, tomate el tiempo que necesites, yo estoy acá, siempre. — le respondió ya más calmado.
Gracias. — habló Renato, y lo abrazó — de nada — contestó sin romper el abrazo.

Polos opuestos {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora