Como si estuviera en una montaña rusa, así era como se sentía Gabriel frente a la puerta de la casa de Renato, un sube y baja de emociones transitaba por su cuerpo en ese preciso momento, y es que en realidad no sabía bien lo que le deparaba el destino, no sabía si iba a cruzar esa entrada e iba a encontrarse con el rechazo del menor, o si iba a cruzar y a besarlo de punta a punta, obviamente se inclinaba por la segunda opción.
Suspiró y contó hasta tres, tocó el timbre, escuchó como unos pasos iban resonando en el interior, hasta que se detuvieron en la puerta, la cual se abrió lentamente, o al menos eso pensó Gabriel, porque cuando el pequeño se asomó a través de ésta, sintió como si todo estuviera ocurriendo en cámara lenta, sí, justamente como en esas películas románticas, que odiaba, pero que ahora era como si estuviera en una de ellas.
Las piernas le flaquearon cuando lo saludó con un beso en la comisura de los labios, hubiera jurado que eso también había sido en cámara lenta, porque pudo sentir como esos labios rosas, carnosos, se posaban en su piel, y también pudo sentir como se alejaron, los extrañó al instante.— Hola Tatito — saludó — Hola Gabi, pasa — dijo invitandolo. La casa tenía olor a carne asada, supuso que el menor había estado cocinando, y una ternura invadió su cuerpo entero.
— Sentante, ahora traigo la comida ¿Te gusta el vino? Porque a mi no, prefiero mil veces una buena cerveza, pero si queres vino, te traigo vino —
Soltó Renato todo de corrido, como si lo estuvieran apurando para hablar, estaba nervioso, y Gabriel notó eso, así que se acercó, brindandole una dulce caricia en el rostro — Sh, tranquilo, tomo lo que tomes vos — le contestó, buscando darle tranquilidad, después de todo lo único que quería era verlo bien, y eso iba más allá de la decisión que tome.Al cabo de unos minutos, apareció con una bandeja llena de carne, acompañada de papas al horno, en su otra mano tenía dos latas de cerveza.
El rizado se puso de pie, para ayudarlo, tomó la bandeja en sus manos, y recibió una sonrisa de agradecimiento.Comieron en silencio, sólo intercambiaban una que otra palabra, los dos tenían cosas que decir, sobre todo Renato, pero no se animaba, y eso le molestaba, porque siempre le dijo a todo el mundo entero "Hay que animarse", y ahora el que no se animaba era él. Estaba sumido en el plato, cuando la voz de Gabriel lo hizo salir de sus pensamientos. — ¿Por qué me invitaste a tu casa? — preguntó. El pequeño levantó la mirada, podría dar muchas respuestas, pero dio una
— Necesito saber que siento por vos —
Gallicchio lo miró, esperando que siga, al ver que no lo hacía, se levantó de la silla, para estar más cerca
— ¿Qué es lo que sentís por mi? ¿Qué es lo que pensas que sentís por mi?—
preguntó, apoyando una de sus manos en la pierna del pequeño. — No sé, no sé que me pasa con vos, pero es fuerte, porque no te puedo sacar de mi cabeza, hoy ni siquiera me salían los pasos de danza, y por tu culpa, también me tomé un tiempo con Julián, por vos — respondió, y el mayor se quedó impactado con la última parte, la parte en que decía que se había separado de su novio. — Tato ¿No estás más de novio? — volvió a preguntar, totalmente atónito con la noticia — Le dije que me gustaba alguien más, y nos tomamos un tiempo, hasta que yo arregle el quilombo que tengo dentro mío, el quilombo que me causas vos — contestó con la mirada perdida en esos ojos verdes que tanto le movían el mundo entero. Y Gabriel no aguantó, y Gabriel lo besó.

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Polos opuestos {Terminada}
RomansaUno de River, el otro de Boca, uno cheto, otro de barrio, totalmente diferentes, pero dicen que los polos opuestos se atraen.