III

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Hoy por la tarde Ae debía de recuperar un examen. No recuperar del todo, ya que sólo revisaba si tenía algún error de escritura o de signo. 

En realidad Pete poco y nada sabía de eso. Tenía una diminuta noción de si tendría que ver con Lengua o Cálculo o de otra materia. Él sólo tenía el conocimiento de que sería: Revisar su examen como una segunda oportunidad. Una única, porque ¿A quién no le gustaría que le dieran más oportunidades para ver si sus respuestas son válidas o están buenas? Sobre todo si son en una evaluación de ese nivel. Por que, no era cualquier evaluación, para Ae era importante ya que evaluaba su avance y sus conocimientos, y si iba en el mismo nivel que el de sus compañeros.

Y Pete, como siempre, le desea lo mejor y le envía sus buenos deseos por telepatía. Se habían visto por la mañana y no lo volverían a hacer hasta mañana por la mañana.

El joven más alto, como de costumbre, lo esperó cerca de su Universidad para que Ae en su hermosa carroza, esa de dos ruedas, libre de cinturones de seguridad ni acolchados asientos o aire acondicionado. No había queja, lo natural y espontáneo le encantaba, disfrutaba reemplazar lo mecánico por algo más sutil pero intenso. Tan intenso como el aire fresco mezclado con el rico perfume de Ae, intenso como la adrenalina del miedo a caerse en todo momento, tan intenso y seguro como que afirmarse de la cintura marcada de Ae era su mejor cinturón de seguridad. 


Pete caminaba por el pasillo del edificio, en su Universidad, en dirección a su salón mientras pensaba en esto.

Pete trataba de no preocuparse tanto, conocía o cree conocer el temperamento, las actitudes y en general como era Ae, y tranquilo podía deducir que definitivamente no le iría mal. En cualquier caso.

Se detuvo en el marco de la puerta y hecho un leve vistazo a su interior antes de entrar. Vio a Tin sentado en frente y a algunos pocos alumnos alrededor. Común pensó.

---Buen día Tin.--- Le dijo luego de estar sentado a su lado.

---Hola.--- No respondió más, al menos para Pete era normal que lo hiciera después de todo su amigo era de pocas palabras.

Sacó su teléfono, este estaba vibrado, no debiera porque no tenía a alguien que a esta hora le hablase. Lo revisó desconfiado, desbloqueó la pantalla y se percató que era de su madre. Fue inesperado y no pudo evitar que su corazón se le acelerara de miedo puro.

Antes que todo, lo saludaba. Pete leía el mensaje como si la voz de su madre misma se lo estuviese relatando. Le preguntaba como estaba y si había desayunado bien. Sonrió al instante luego de leer. Su madre seguía igual de preocupada y atenta a él incluso después de que ya no vivieran juntos.

Siempre pensó que quizás se distanciarían un poco. Después de todo, cuando los hijos dejan el "nido" es porque ya son adultos. Pero su madre seguía tratándolo como su bebé. ¿Y cómo no si era su único hijo? A Pete le llenaba el corazón de amor el saber que su madre seguía igual que siempre y en este momento eso le emocionó un poco. Aunque... El por qué le hablaba ahora lo tenía inquieto.

Le respondió con uno que otro emoticon y unas simples palabras, para bloquearlo y dejarlo en la mesa. Soltó un suspiro de frustración y empezó a ordenar sus cosas para la clase, sacando su cuaderno y libro correspondiente.

 Tin lo miraba. Pete no sabiendo de la atenta visión de su amigo sobre su persona, seguía sus acciones con un gesto de preocupación.

---¿Te pasó algo?--- Tin se atrevió a preguntar, obviamente sin mostrar su evidente intriga.

Pete dio un respingo cuando oyó al chico, estaba demasiado concentrado en sus pensamientos. Conectaron mirada y contestó.

---Pues. . . No, sólo es un poco de inquietud.

No era cierto. [Ae&Pete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora