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   A Pete se le congeló la sangre, el ritmo del corazón y los pensamientos en el cerebro. No podía creer lo que veía, no lo asimilaba. ¿Cómo es que de un hombre como Sun salió una rata como Trump? Quizá herencia de parte de su madre, aunque... quién era Pete para pensar semejante tontería de alguien a quien ni siquiera conocía. Con todas sus fuerzas continuó con una sonrisa en su rostro, pálido y falto de calor y de ese rojo que lo tenía hace algunos minutos atrás.

   El tal Trump, ni siquiera debería dudar de quien era, ya que lo conocía muy bien. Mantuvo su mirada fija sobre Pete con una sonrisa de burla, definitivamente nada había cambiado en ese rostro durante el transcurso de los meses.

   Siguieron en esa posición con las miradas conectadas, las manos y la visión desinteresada de Sun, hasta que la madre de Pete entró en escena.

---A cenar.

   Pete tenía miedo.

   Tenía que aceptarlo.

   Después de todo era Trump de quién estábamos hablando. El chico que casi arruina su vida con pedirle dinero, robar sus pertenencias y exhibir su privacidad en cuanto a su orientación sexual. Tenía miedo de que su madre reconociera a Trump. No quería que se arruinada la noche, mucho menos está noche. Su madre se veía tan feliz y tan radiante, y pareciera que cerca de Sun y Dum lo era aún más, no sintió celos ni envidia sino que se sentía feliz por ella. Porque por fin podía avanzar. Avanzar y dejar de estar estancada en un antiguo amor ya roto.

   En cuanto a Trump.

   Tenía que hacer algo.

   Tal vez ya se habían visto, ya lo conocía, o tal vez no. Sintió pánico, su madre estaría vuelta loca si se enterase de los problemas que le ocasionó el hijo de su pareja. Volvería a estar mal.

   Su madre no debía enterarse de que Trump había enviado el vídeo de él y Pete besándose, no debía enterarse de ninguna manera. No debía enterarse de que Trump era el otro chico en el vídeo o de que el fue quien había golpeado a Pete o quién le había robado sus pertenencias o quién le quitaba el dinero cada vez que tenía un problema o simplemente porque sí. La madre de Pete no debiese saber algo de todo eso, por nada en el mundo.

---¿Pete?--- Lo llamó su mamá.

---S-Sí. ¿Qué pasa?--- Movió bruscamente su cuerpo en dirección a la mujer saliendo de su ensoñación.

---Tienes que lavarte las manos, ya sabes.--- Le guiñó el ojo con diversión.

---¡Madre!

   Sintió vergüenza, el rostro no tardó en arderle con orejas incluidas, dio media vuelta y empezó a subir las escaleras. 

   Se olvidó completamente de la presencia maligna con la cual compartió algunas palabras y roces sumamente necesarios, se lavó las manos y el rostro con rapidez, no demoraría más de lo necesario menos con Trump aquí, él como hijo y aún hombre del hogar, debía mantenerlo en la mira. No tenía ni la menor idea de que había pasado con el macabro chico desde que había ultrajado su vida, pero nada le confirmaba que había dejado de estafar y hurtar.

   En cualquier caso, el debía vigilarlo de cerca. Aunque no lo quisiera tener cerca.

---Pete, siéntate a un lado de Trump.

   Maldición.

   La fea sonrisa de burla del nombrado brillaría incluso en la oscuridad de ser posible. Pete no evitó rodar los ojos y acercarse luego de verlo.

   Durante la cena, la conversación se centró en los adultos que más bien parecían jóvenes enamorados. Sus manos entrelazadas, sonrisas y besos en la mejilla de aquí para allá y la inocente mirada de Dum puesta en ellos, mientras que los jóvenes de la mesa se mantenían callados y con la vista clavada en su plato de comida o de vez en cuando levantaban la vista para observar a la pareja.

No era cierto. [Ae&Pete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora