Amanece.
Los rayos de sol traspasan la cortina de color blanco que cubre la ventana. Me encuentro en mi nueva habitación, ayer cuando Gretta volvió estaba dormida, aún así tuvo que despertarme para enseñarme mi nuevo hogar y mudarme a mi nuevo cuarto con Ángela.
Observo el reloj colgado de la pared, que es de un color verde menta. Es temprano, de todas maneras no me apetece pasar más tiempo en la cama, asique me incorporo. La cama de Ángela se encuentra enfrente de la mía. Está leyendo.
-¡Buenos días nueva compañera! - Me saluda sin levantar la vista de su libro.
-Buenos días, - contesto de mala gana mientras me aproximo a la ventana.
-Uauu. - Exclama al darse cuenta del tono de mi comentario. Me dedico a ignorarla y correr las cortinas. Las vistas son bonitas y deprimentes a la vez, (aunque, según mi antiguo psiquiatra, todo lo que yo veo es deprimente.) se ven los jardines de Redford, verdes, sin arbusto alguno, y más alejado, un bosque con enormes árboles cuyas copas son anaranjadas. De repente noto una corriente de aire frío y cruzo los brazos a la vez que me froto.
Ángela carraspea, entonces recuerdo sus comentarios.
-Me llamo Catherine, Ángela.
-Nueva compañera, eso ya me lo habías dicho. ¡Que esté en Redford no quiere decir que tenga amnesia! - Contesta poniéndo énfasis en ese "no".
-Ya lo sé, pero no haces más que llamarme "nueva compañera", y suena estúpido. - Digo con tono despreocupado dirigiéndome al baño. No sé que contesta, porque cierro la puerta de golpe hace un ruido espantoso. Una mezcla entre un chirrido y un portazo. Por un momento he pensado que se me iba a caer el techo encima.
Después del estúpido susto, apoyo mis manos en el lavabo, y me observo fijamente en el espejo. Estoy más pálida de lo normal, y tengo ojeras. Abro el grifo y pongo mis manos debajo formando una cuchara. Me enjuago la cara un par de veces, suspiro, y vuelvo a mirarme al espejo. Tengo un aspecto espantoso, mi pelo castaño por debajo de los hombros que alguna vez había estado ondulado, ahora es encrespado, e incluso sin pasarme un cepillo noto enredones. El flequillo se me habre por todas partes, aún así está tan largo que casi no se me ven los ojos. Mis ojos, tengo los ojos completamente rojos, y no sé porqué narices están así. El azul verdoso se ha convertido en un azul triste y apagado.
Entonces, por primera vez, comienzo a asimilar que, estoy en un psiquiátrico porque he intentado suicidarme, y voy a estar aquí por mucho tiempo según la zorra de la doctora White. ¡No lo entiendo! ¡Lo único que conseguirán es que me deprima más!
Vuelvo a apoyar las manos en el lavabo, y, tras observar el "vestido" o "pijama" que llevo puesto, vuelvo a mirar a la persona que está en frente de mí. Parece estar completamente loca, yo nunca me había tomado por una loca, no, ni hablar, deprimida, vale, pero no loca. Los ojos se me llenan completamente de lágrimas. Intento ahogar mi llanto, pero me entra un fuerte dolor en la garganta, y lo suelto todo.
-No quiero estar aquí, no quiero... -digo entre sollozos. -¡Por favor!
Sigo llorando, no quiero pasar ni un minuto más en este sitio. Rompo el espejo con un manotazo, con la esperanza de coger un trozo de cristal y cortarme las venas.
Dudo, ¿porqué dudo? No puedo dudar. Comienzo a hacer cortes en horizontal, silenciosamente, mientras las lágrimas me resbalan por las mejillas, y la sangre por el antebrazo. Me dejo caer, estoy sentada sobre mis piernas. Cuando acabo con el brazo izquierdo quiero empezar con el derecho, pero oigo voces, y creo que pasos. Comienzo a llorar más fuerte dispuesta a hacerme un corte en vertical para acabar con todo esto. Pero el chico moreno acaba de entrar en el baño y me he quedado paralizada, al igual que él.
Tengo la cara empapada en lágrimas y sujeto un trozo de cristal en la mano derecha, mientras me sangra el brazo izquierdo.
Detrás de él entran más médicos que no he visto nunca, me levantan y me quitan el cristal de la mano.
Uno de ellos me lleva en brazos, y me tumba en una camilla mientras otra enfermera me desinfecta la herida.
-¡Ahh! -Escuece.
Gretta entra por la puerta, está preocupada, pero se queda allí. La miro a través del médico que me venda el brazo, más bien, parece decepcionada. En ese instante se me derraman las lágrimas, silenciosamente, y como estoy tumbada, me recorren las sienes hasta llegar a las orejas.
Ahora me están llevando a alguna parte en la camilla, tengo al enfermero moreno a la izquierda, lo suficientemente cerca como para ver su identificación, se llama Adam.
Bien, pues Adam no deja de decirme que está bien, que no me preocupe porque me voy a poner bien, él no lo entiende. A lo mejor si que estoy loca.
Una vez parada, me hacen incorporarme, sólo se queda Adam.
-Estamos en la enfermería. - Me dice mientras me desvenda la herida. Es muy tímido.
-Adam, -el chico se sorprende al ver que lo llamo por su nombre. - Yo, yo... estoy loca ¿verdad?
-Necesitas descansar.
-Pero no me contestas.
-No todos los que residen aquí están locos, Catherine, según lo que sé, tú tienes tendiencias suicidas. -va directo. -pero no tienes un amigo imaginario o hablas sola.
Se ríe, y me sorprende que haya hecho ese tipo de broma, me cae bien. Le devuelvo la sonrisa.
-Lo que has dicho es más o menos lo mismo. -Digo riéndome.
-Puede que sí, pero, mira, has sido lo bastante lista como para darte cuenta.
-Era bastante estúpido, quién no se de cuenta...
-Termina de ponerme el nuevo bendaje, y, tras un momento de silencio me mira a los ojos, y dice:
-El echo de que estamos teniendo esta conversación ahora demuestra que no estás tan loca.
Yo le miro fijamente, me he quedado muda.
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DESAPARECER
RomanceEmma Catherine Thompson es una joven que acaba de ingresar en el psiquiátrico de Redford, Florida. Su principal objetivo es quitarse la vida, pero poco a poco van ocurriendo diferentes sucesos que hacen que esa idea se acabe desvaneciendo hasta term...