Ha pasado una semana desde que intentamos cazar a Montenegro y ella se inventó esa historia de que la agredimos.
Mis días en Redford nunca han sido especialmente buenos, pero éstos últimos me están resultando como un infierno, no, aún peor. Me tienen vigilada todo el día, y me han aumentado la dosis de pastillas, no puedo salir fuera y tampoco puedo andar por ahí sola. Paso las horas en la sala de estar, observando a las personas de mi alrededor y volviéndome loca, de vez en cuando miro por la ventana los verdes jardines de Redford, y el frondoso bosque que los rodea.
No he vuelto a ver a Annie, y tampoco he vuelto a hablar con Emily. Han contratado a una nueva psicóloga, Priscilla, no hace más que hacerme preguntas estúpidas y escribir en una libreta de notas, pero nunca me ha hablado. Respecto al doctor Leto, no sé qué sentir. Últimamente lo único que siento es odio, odio porque me abandonó, dejándome aquí, completamente sola, sabiendo que esto no es para mí. Me mintió, me hizo ilusiones...
Pero otras veces recuerdo esos breves momentos junto a él y no puedo evitar llorar. Nadie sabe qué ha pasado con él, o nadie me lo quiere decir... Quizás halla dimitido, o la doctora Bruja puede haberle despedido, pero creo que si ese hubiera sido el caso, me lo habría hecho saber, a no ser que todo lo que me dijo fuera mentira.
A veces no puedo aguantar la rabia contenida y comienzo a darle patadas a todo o a arañarme. El problema es que cuando más hago ese tipo de cosas, más tiempo pasaré aquí, y cuanto más tiempo pase aquí, más haré esas cosas. Es inevitable.
Permanezco acurrucada en la cama, con las rodillas pegadas al pecho, y estoy realmente cómoda. Ahora estoy muy relajada, los rayos de luna atraviesan la cristalera e iluminan un poco la habitación. Estoy cansadísima, y tras pensar un poco cómo sería mi vida ahora si no hubiera tratado de suicidarme meses atrás, me quedé dormida.
A la mañana siguiente me despierto temprano, hace un poco de frío, aferro mi almohada contra mi rostro e inspiro el olor de las sábanas limpias. Un carraspeo hace que levante la vista hacia la ventana. Y, ahí está, justo delante mía. Me quedo atónita, sin levantar la cabeza de la almohada. Él permanece ahí, inmóvil, mirándome. Viste una camisa de cuadros junto a sus vaqueros, nunca lo había visto así. Ladea la cabeza de lado a lado y se acerca a la cama.
-Qué te estás haciendo...
Me mira como si me hubiera perdido, como si yo no pudiese oírle, pero entonces me mira a los ojos, él los tiene llenos de lágrimas. Me acaricia los arañazos de los brazos y los besa. Ahora las lágrimas deslizan por mis mejillas.
-Lo siento...
Digo entre sollozos. Él me acaricia el pelo, desliza su mano por mi sien, y luego por mi rostro, yo cierro los ojos y siento su tacto, entonces se acurruca a mi lado.
Nos estamos mirando a los ojos, muy cerca, pero no nos rozamos. Le contemplo tratando de contener el llanto, pero las lágrimas son algo inevitable. Tiene unos ojos tan bonitos, y su nariz, y sus labios...
-¿Porqué te has ido?
Pregunto en un susurro, sin dejar de observarle. Él ladela la cabeza como si le doliera. Lentamente nos acercamos el uno al otro, como imanes, hasta que su nariz roza con la mía.
La nube que tapaba el sol pasa de largo y lo deja al descubierto, la luz colma ésta habitación y el tiempo parece detenerse, tan solo nos observamos. Sus labios se abren poco a poco, y los míos hacen lo mismo, me aproximo hacia ellos, y una vez lo suficiente cerca, los cierro absorbiendo su labio inferior, y él hace lo mismo, alza su mano y me acaricia el brazo, mientras yo me inclino para besarle la frente, luego los ojos, la nariz... hasta que nos enredamos con nuestros brazos y piernas y nos quedamos dormidos.
Lo peor es que volví a despertar, al abrir los ojos me encuentro completamente sola, en mi cama no hay nadie, excepto Gordon, encima de mis pies. Levanto la cabeza para ver si Jared se encuentra allí observandome, pero no está. Vuelvo a caer en la cama, sonriendo al recordar el tacto de su piel. Tan solo a sido un sueño, me alegro al comprobar que aún los tengo, aquí es lo único que me queda, mis sueños...
Después de desayunar, voy a la sala de estar, como de costumbre me siento en uno de los sillones a mirar la televisión. Siempre tiene puestas las noticias.
Tengo la mirada perdida en el televisor cuando algo me llama la atención, juraría haber visto a Jared Leto, pero pronto elimino esa idea, estoy delirando.
La imagen aparece otra vez, esta vez más tiempo.
No puede ser.
Cojo el mando del regazo de una mujer mayor que hay sentada a mi lado y le subo el volumen.
-El doctor Jared Leto ha caído en un coma tras sufrir un accidente de tráfico y permanecer una semana ingresado. Ahora están haciendo pruebas para comprobar su estado, pero de momento no muestra síntomas de despertar.
Me quedo con la boca abierta, no es posible, por una parte estoy feliz, no me ha abandonado, ni me ha mentido, pero por otra parte lo hubiera preferido antes de oir que está en coma.
-¡Catherine no puedes ver eso!
La voz de Gretta me sobresalta, ella coge el mando y apaga la tele, luego me agarra del brazo bruscamente y me saca de allí. Una vez fuera comienzo a llorar.
-¡Lo sabías! ¡¡Todos lo sabíais!! ¡Y yo he estado creyendo que me había abandonado cuando... ! ¡¡Cuando... !!
La impotencia que siento ahora mismo hace que me caiga al suelo armando un escándalo terrible.
-¡Catherine! ¡Catherine cálmate!
La enfermera trata de levantarme, y, una vez de pie, creo que se percata de todo lo que estoy sufriendo, porque se le cristalizan los ojos y me abraza muy fuerte.
-Lo siento, siento todo esto...
Yo me aferro a ella y me desahogo llorando en su hombro. Necesitaba esto, de veras que lo necesitaba.
Cuando me tranquilizo un poco Gretta me lleva a la enfermería y me prepara una tila. Ahora estoy deseando preguntarle que es lo que ha pasado exactamente con Jared. Me da una taza y se sienta a mi lado, yo la observo esperando una respuesta.
-Verás Catherine, nadie quiere que sepas esto, no es conveniente para ti.
-Por favor Gretta, tengo que saberlo, yo no estoy loca, por favor...
Gretta coge aire para empezar a hablar.
-El domingo, viniendo para Redford, un camión comenzó a seguirle, el copiloto sacó una pistola y disparó al coche del doctor aposta, para sacarlo de la carretera.
-¿Entonces no fue un accidente?
-No, por lo que nos han contado.
-¿Y quien haría algo así?
-Eso yo no lo sé, pero ya están detenidos.
Doy un sorbo al tila que me ha preparado y me quedo con la mirada perdida, con tal que Jared está en coma... ¿Estará en Florida? ¿O lo habrán llevado a Orlando?
Ojalá pudiera ir a verle, aunque de todas formas no se enteraría. Aun así quiero verle. Tal vez si se lo pido a White por las buenas se apiade de mí y me conceda un viaje para verle... Espera, eso ni de coña, la doctora White, la misma que estaba empeñada en pillarnos, si le digo eso le estoy dando la razón... Mierda, qué puedo hacer...
Podría irme por mi cuenta, recuerdo un poco el camino por donde fui con Jared, en lugar de desviarme al bosque podría seguirlo hasta llegar a la ciudad, y allí preguntaría por el hospital.
Pero en qué estoy pensando, es imposible salir de aquí, pero, ¿y si salgo por la noche?
¡Si! Es lo que haré, voy a escapar de aquí por mi cuenta, lo voy a conseguir.
-Y, ¿cuál es el nombre del hospital?
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DESAPARECER
RomanceEmma Catherine Thompson es una joven que acaba de ingresar en el psiquiátrico de Redford, Florida. Su principal objetivo es quitarse la vida, pero poco a poco van ocurriendo diferentes sucesos que hacen que esa idea se acabe desvaneciendo hasta term...