Capítulo 5

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Pasar un rato en la piscina resultó de lo más gratificante. Por primera vez en mucho tiempo me siento relajada.

Me dirijo a los baños públicos para darme una ducha. Una vez dentro, me desnudo y abro la alcachofa. Una cascada de agua cae sobre mi cuerpo, al principio me sobresalto, está fría. Asi que le doy vueltas al grifo de agua caliente hasta que esta se encuentra a la temperatura perfecta.

Oh si. Se está tan bién...

Mientras me lavo me inundan mis pensamientos. El doctor está dispuesto a ayudarme, y parecía bastante seguro de ello. Y quizás una parte de mí, la que quiere seguir intentándolo, seguir adelante, también quiere que me ayude. No quiero ser una loca perturbada. No, no quiero eso.

Termino de enjuagarme y cierro el grifo. Las duchas de los servicios públicos son mínimas. Cojo la toalla que he colgado en el pomo de la puerta, que se encuentra justo enfrente.

Mierda.

Como he venido directamente de la piscina aquí, no me he traído la ropa.

Genial Catherine.

Bueno, por lo menos mi habitación no se encuentra muy lejos.

Me envuelvo la toalla en el cuerpo de manera que mis hombros quedan al descubierto. Nisiquiera me seco el pelo, salgo de la ducha, no hay nadie en los baños, me asomo al pasillo y tampoco hay nadie. Me quedo en la esquina, a la vuelta está mi cuarto. Miro una última vez atrás y al ver que no hay nadie salgo de la esquina.

Espera, ¿qué...?

-¡Ah! -Grito al chocarme con alguien. Dios, me ha dado en la frente. Al abrir los ojos veo a Jared, él se lleva la mano a la boca.

Dios mio, que vergüenza. ¿Cómo no se me ocurrió asomarme a la esquina?

-Catherine, lo siento, ¿estás bien?

Yo asiento avergonzada.

Al apartar su mano del labio veo que sangra.

-¡Oh Dios! -Exclamo.-¡Dios mio que torpe, lo siento!

-No, no te preocupes.- Se chupa el labio y me mira sonriente. Vaya. Entonces observa mi frente. Y sonríe más.

-Tienes, creo que tienes restos de mi labio en...

-Oh, ya. -Me llevo la mano a la cabeza sin dejar de sujetarme la cabeza. Al no encontrar el sitio Jared toma mi dedo y señala el sitio donde nos hemos llevado el golpe. Me ruborizo, y cómo no, él lo nota e intento esconder mi cara detrás del pelo. Se ha quedado sin palabras.

-Bueno Catherine Thompson la próxima vez tendremos que ir los dos con más cuidado. Ya veo que has seguido mi consejo de ir a la piscina.

Asiento aún sonrojada.

Me dedica una sonrisa y sigue su camino.

Maldita sea. En cuanto puedo salgo corriendo a mi habitación y cierro la puerta de golpe. Y me dejo caer deslizandome por ella.

Uff, agradezco que Ángela siga en la piscina.

Sigo pensando en mi penoso encuentro con el Doctor Leto. Ahora sentiré vergüenza sólo con verle y pensar que puede estar recordando este momento. O peor aún, el momento en el que pensó que le sonreía.

Tierra trágame.

Soy torpe a más no poder.

Tras recuperarme del susto, me pongo el pijama y me seco el pelo alborotado con la toalla.

DESAPARECERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora