Capítulo 21

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Está lloviendo afuera.

Permanezco sentada en el salón, junto al fuego. La casa de los Cassidy es de piedra, está situada en el medio del campo y es preciosa. Tiene un porche de madera con bicicletas, mecedoras y otros objetos que no reconozco. Hacía mucho tiempo que no recordaba el conforte de una casa así. El silencio, la paz, la tranquilidad...

Hace unas dos horas que hemos llegado, Ryan se ha empeñado en que me quede aquí hasta que haya pasado el peligro, y me asegura que me ayudará en mi búsqueda, pero me sabe un poco mal por él, no quiero aprovecharme de su amabilidad.

El chirrido de la puerta me saca de mis pensamientos.

-Hola. -Dice Ryan al entrar. Yo le dedico una pequeña sonrisa a modo de respuesta. El hombre se sienta a mi lado y se queda observando el fuego.

Tras unos minutos de incómodo silencio decido preguntarle sobre sus intereses.

-¿En qué trabajas? -Ryan, qué estaba ensimismado en sus pensamientos, levanta el rostro hacía mi y se queda pensativo.

-Trabajo en una tienda de instrumentos, en Florida.

-¿Tocas alguno?

Ryan suelta una carcajada, con la mirada perdida. Parece que ha recordado algo de su pasado.

-En realidad los toco todos, o casi todos. -Dirige su mirada al fuego, y tras una pausa sigue hablando. -En mis años en la universidad estuve en una especie de banda con unos amigos, pasábamos las tardes en mi garaje tocando canciones o inventandolas, aunque al final no llegamos a nada, pasamos buenos ratos. Yo cantaba y tocaba la guitarra.

Quién diría que Ryan es un fanático de la música, su historia me sorprende bastante.

-Yo toco el arpa.

Digo tímidamente. Ryan parece sorprenderse más que yo antes.

-¡Vaya! Eso está muy bien, nunca he tenido la oportunidad de tocar el arpa, parece complicado.

-De echo lo es, -espeto riendo. - por lo menos hasta que te acostumbras.

El me coresponde riendo también.

Me pregunto cómo irá Jeremy todos los días al colegio. Vivir en el bosque tiene sus inconvenientes, está apartado de todo.

Yo siempre he soñado con una casa así, me pasaba horas imaginándome en un sitio como este, sola, con una taza de té entre las manos escuchando la lluvia caer. Alejada de todo y de todos, sin nadie que pudiera herirme o molestarme. Sólo quería desaparecer. Me avergüenza este pensamiento pero, aunque amo a Jared con todo mi corazón, al entregarme a él soy más vulnerable al dolor, sólo hace falta ver lo que ha pasado. De todas formas, si no lo hubiera conocido no habría avanzado tanto, él me ha hecho ver el mundo de una forma diferente.

Teniendo a personas alrededor tiendes a sufrir más, pero también tienes más posibilidades de ser feliz. Es una locura...

-¿Quieres un té? -Me pregunta Ryan levantandose del sillón.

-Está bien.

A los 10 minutos, el hombre regresa sujetando dos tazas.

-Muchas gracias. -Le agradezco cuando me pasa la taza. -No estoy acostumbrada a que me traten tan bien.

-Bueno, es lo menos que podía hacer... En Redford, ¿no eran amables contigo?

Ryan lleva toda la tarde tratando de sacarme el tema del psiquiátrico, y al final, decido contárselo:

-Depende, algunos enfermeros trataban de ser majos conmigo, pero otros, simplemente no eran buenas personas.

-Supongo que tiene que ser duro estar es un sitio como ese.

El comentario de Ryan me hace reflexionar, ¿duro? La verdad es que nunca lo había pensado, pero creo que es la palabra más exacta.

-Lo es. Pero, a veces es donde tienes que estar... Lo peor es cuando te miran apiadansose de ti, es como si hubieras hecho algo mal en vez de tener una enfermedad...

-Tu, ¿tienes una enfermedad?

-Bueno, no exactamente, es... -Las palabras no logran salirme, no soy capaz de contarle a este hombre lo que hice, es algo demasiado personal, no debería haberme abierto tanto... -Oye, la verdad es que estoy muy cansada, ayer, no dormí nada, me gustaría irme a la cama.

-Claro, ahora te llevo a tu habitación. -Ryan pareció captar el mensaje y enseguida me enseñó la habitación donde iba a quedarme.

Era pequeña y reconfortante, la cama era comodisima, hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien. El olor de las sábanas me embriagaba junto a la tranquilidad de aquel hogar, la sensación era maravillosa.

En menos de cinco minutos, me sumí en un profundo sueño.

DESAPARECERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora