CAPÍTULO 3

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Comienzo a despertar. El dolor de cabeza y un zumbido en los oídos no me dejan pensar ni ver muy bien lo que hay mi alrededor. El suelo es helado y entra una corriente de aire por alguna ventanilla. El suelo tiene tierra o arena, se siente el suelo con pequeñas bolitas. Incluso mi cabello está cubierto de ellas.Trato de mover mis piernas, pero mis tobillos están atados a algo que no me permite moverme. Lentamente trato de guiar mi pie al otro y sentir que es lo que tengo atado. Era sólido y duro, frío y al chocarlas sonaba un ruido aguo. Era una cadena. Entré en shock e intenté sacar mis pies de forma violenta. Intenté una y otra vez, pero, mis intentos fueron inútiles. Solo causé sangrado y cortaduras.

Escuché cómo dieron un portazo al otro extremo del espacio donde estaba. Abrí bien los ojos y pude ver con más claridad la habitación. Había una pequeña ventanilla. Había un colchón lleno de humedad a unos escasos metros de mi. Una silla plegable de metal.

-deja de intentar salir, por que jamás lograras salir de aquí- Habló un hombre de voz gruesa.

No pude reconocer sus facciones, solo pude ver su silueta y su cuerpo borroso.No me atreví a mirarle a los ojos, al contrario, solo bajé la cabeza. pero...

-idiota- dije sin control de mis palabras debido a la situación. Cosa de la que posteriormente me arrepentiría.

-¿Qué dijiste?¿Podrías repetírmelo?- Dijo con cierto tono burlón.

-Que eres un idiota- Grité con todo el enojo que llevaba acumulado.

-Perra- Lo último que dijo antes de azotar mi cabeza contra la pared. Nuevamente todo se obscurece y mis sentidos se desvanecen. Tal vez era mejor así, porque no pensaba, no escuchaba, no veía y no sentía.

Despierto sobre la silla con el inmenso dolor en la cabeza y unas gotas de sangre sobre mi pecho que escurrían de mi cabeza por un mechón de cabello húmedo por ella. Trato de levantarme, pero es inútil teniendo el cuerpo amarrado y estando mareada sin siquiera haberme levantado.

Me puse a pensar en mi madre, en que fue una mala decisión venir a vivir sola por que según para mi era un fastidio estar con ella. Me arrepiento de esas palabras que le gritaba cuando peleábamos, me arrepiento de no haber aprovechado a mi madre, la necesito aquí, conmigo, abrazándome, diciendo que todo saldrá bien y que siempre mi ángel de la guarda estará cuidándome. No era muy creyente, pero en ese momento era a lo único que podía aferrarme.

Todos mis pensamiento de esperanza y fortaleza se van a la mierda al ver como dos hombres se acercan a mi para dejarme amarrada a unas argollas con cadenas que estaban fijadas al techo. 

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