CAPÍTULO 10

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Llegamos a su auto bastante humilde ( nótese el sarcasmo). Obviamente si tuvo $100, 000, 000.00 de dólares para comprar una niña, tiene un poquito más para comprarse un auto deportivo, era algo suficientemente lógico.

Me resistí a entrar en aquel auto, pero increíblemente después de todo lo que había sucedido y de toda la fuerza y dolor que pusieron en mi, él nunca me obligó a entrar y mucho menos poner una fuerza. Sé quedó parado esperando a que tuviera lista para entrar

Me dio un abrazo... lo sé, es extraño, pero me dio un abrazo y únicamente lo que hice fue llorar y poco a poco irme bajando al suelo para quedar hincada. Creo que en ese momento las emociones eran un desastre y hacían lo que querían, porque lo más lógico era salir corriendo, mas no pude. Mi fuerza jamás dió.

-No llores. Yo te voy a cuidar. Yo no soy como los malos- Dijo en un tono un poco soso y creyendo que era una bebé y no podía entender nada, pero fue un lindo gesto y quise devolverle el gesto.

Me levanté y me metí en el auto. Él también entró y me puso mi cinturón. Se volteó a los sillones de atrás y sacó una chamarra. La puso encima de mi, atorándola en mis hombros para que no se cayera. Aunque tenía el saco , claro que tenía frío y más porque en el desierto por las noches hace bastante frío.

-¿Quieres reclinar tu asiento?- Preguntó y asentí.

Estiró su mano y tocó un botón. Poco a poco el asiento se iba haciendo hacia atrás. Cosa que al principio me asustó porque nunca había visto un auto tan moderno como ese. Siempre me subía a autos donde jalabas una palanca o girabas una perilla.No me quedé dormida totalmente y que aunque las drogas estaban aún en mi sistema, mi cuerpo estaba alerta de todo lo que hacía el auto. Sentí como el auto se detuvo y me alteré un poco.

-Tranquila- Puso su mano en mi pecho al ver que me levanté de golpe y un tanto alterada- Hemos llegado a mi departamento - dijo

Caminamos por el inmenso estacionamiento, y me asomé por las barras para ver al suelo. Eran unos 5 pisos si mal no calculo. Tomamos el ascensor y picó el número 15. Me pegué más a las paredes metálicas al sentir como subía. Parecen que los efectos siguen ahí y siento el elevador subir con mayor velocidad que de lo común.

Las puertas se abrieron y dejaron ver un inmenso departamento de dos pisos, sí, como escucharon, de dos pisos. Aunque yo creía que los apartamentos eran de un solo piso. Entré al piso con duda y finalmente las puertas de ascensor se cerraron detrás de mi. 

Caminamos y las paredes de la enorme sala eran de cristal y la luz entraba con toda su fulgor, causando una agradable temperatura cálida. Nicholas me indicó que subiera por las escaleras y lo hice. Entramos a una habitación.

Era blanca y no tenía una venta, sino una pared entera de cristal que daba una vista maravillosa a la ciudad de donde quiera que estemos. Los edificios lujosos se dejaban apreciar de una forma hermosa.

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