Uno de esos hombres me tomó con no tanta rudeza de la que esperaba a como me trataron los demás, me colocó las muñecas sobre las argolla. En su expresión podías notar el arrepentimiento y la pena de lo que estaba haciendo, pero el otro hombre se dio cuenta de la delicadeza que me tuvo y además de no haber cerrado las argollas, con la finalidad de que pudiera escapar, pero cuando se dió cuenta de eso, era porque ya había salido corriendo.
Salí corriendo sin pensarlo ni un segundo, y corrí a donde fuera porque ni siquiera sabía a que me llevaría cada pasillo o cada puerta. Vi una escalera ascendente y había luz, había salida, pero no estaba sola en ese momento.
Miles de cargamentos de narcóticos y hombres limpiando armas estaban ahí. Todos me miraron, pero ya me habían alcanzado los hombres del cuarto.Doblaron mis piernas y caí sobre arena. Dolía mucho y se enterraba sobre mis rodilla los pequeño granitos de arena. Aunque no tuve mucho tiempo para pensar en mis rodillas. Mi atención se fue a mis costillas, vientre y espalda. Recibí una gran cantidad de patadas en estas zonas.
Los hombres aplaudían y reían a carcajadas, como si lo que estuviera haciéndome estuviera bien, como si fuera un entretenimiento para ellos. Eso era una de las cosas más tristes que uno podía ver y sentir. No tanto el dolor, sino la diversión de los demás por el dolor ajeno.Además de que ya me estaba haciendo a la idea de lo que estaba sucediendo.
- Ya déjala León. No dañes la mercancía. Capaz que si la ven en mal estado no la compran al precio que la darán- Dijo uno de los muchachos que limpiaba las armas con un trapo. Y una risa unísona volvió a surgir.
El hombre me llevó arrastrada del cabello por todo el pasillo ya que no podía caminar, cosa muy lógica después de todo lo que hicieron.
-Jean, no vuelvas a cometer tal estupidez por una niña. No sé si necesitas que te recuerde que la vida de tu esposa y tu hijo dependen de ti y de que tan bien hagas tu trabajo- dice el tal León
-León, son sólo niñas, no merecen esto- Respondió Jean con tristeza
-Tampoco mi madre, tu esposa y tu hijo merecerían morir. Ellos son nuestra familia y ellas no – Contestó con una frialdad inmensa.
Me di cuenta que cada persona esconde un oscuro secreto, que está muy al fondo guardado en una caja y no se logra ver al primer instante, también que aveces la necesidad es más grande como para aprender a diferenciar entre lo correcto e incorrecto. El secreto de ellos era que estaban aquí para salvar las vidas de sus familias y todo era obligatorio, no por un simple gusto, si no por la necesidad que segaba el juicio.
Jean volvió a poner mis manos en las argollas y esta vez bajo supervisión de que si fueran bien cerradas. Y ahí me quedé, colgada.
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Sold
Teen FictionComienza la subasta... 16 millones 22 millones 34 millones 40 millones 40 millones a la una, 40 millones a las dos... 100 millones 100 millones a la una, 100 millones a las dos, 100 millones a las tres; vendida a ... #84 (castigo) #8 (venta) #6...