Capítulo trigésimo segundo

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Harry se levantó con un enorme dolor de cabeza, se había pasado la mayor parte de la noche llorando, bajó a la cocina y tras tomarse un calmante volvió a subir para ducharse y arreglarse para ir a clase.

Cuando salió de la ducha recordó que había apagado el móvil por lo que lo encendió y rápidamente empezaron a llevarle montones de notificaciones.

Cuando ya se hubo vestido y peinado, cogió su mochila y el móvil y bajó a la cocina en donde su madre apoyada en las muletas intentaba preparar café.

—Mamá pero ¿qué haces aquí?, yo prepararé el desayuno.. tú no puedes estar encima de la pierna tanto tiempo.

—Es que no quiero ser una molestia y te vi tan abatido anoche, ¿Estás bien hijo?.

El ojiverde asintió.

—No te preocupes mamá, lo estaré. Anda siéntate, yo lo haré.

—Gracias cariño—dijo Anne besando su mejilla.

Mientras Harry preparaba el café, las tostadas y el zumo que acostumbraban a desayunar todas las mañanas, la mujer lo seguía con la mirada, sentada en la mesa de la cocina dudando si preguntar o no sobre lo ocurrido.

—Harry.

—¿Si?.

—¿Esto es debido a William de nuevo?—preguntó finalmente.

El ojiverde paró por un momento de hacer cosas y se giró mirándola entristecido.

—Si mamá. Anoche fui al lugar donde estaba y el muy cabrón se basaba con otro chico. Al parecer pretendía estar con él mientras yo no me decidía, ¿Puedes creerlo?.

La mujer suspiró resignada.

—Lo siento cielo. A veces el corazón ama a quien menos le conviene pero debes mirarle el lado positivo.

Harry sonrió con sorna.

—¿Lado positivo?, ¿Cuál mamá?, yo no veo ninguno.

—Pues que ha sido bueno que pasase eso ahora, antes de que volvieses a cometer el error de aceptarlo de nuevo. Que volviese a engañarte y por lo tanto a hacerte más daño—Habló Anne.

El ojiverde asintió de nuevo.

—Supongo que tienes razón—dijo éste con resignación, mientras servía el café y se sentaba a la mesa.

Durante ese tiempo que pasó en la cocina, su móvil siguió vibrando debido a las muchas llamadas y mensajes de texto que el pelirrojo seguía mandándole, tratando de obtener respuesta.

—¿No contestarás?—preguntó su madre.

—No, porque no quiero que me explique con mentiras lo que vi. Ya todo está claro. Me tragaré este sentimiento y seguiré con mi vida—Dijo el ojiverde con lágrimas en los ojos.

—Cariño, te creo pero por experiencia propia sé que mientras lo ames y el vea que puede manipularte, lo hará. Usará lo que sientes por él y hasta que vea que te ha perdido para siempre y no haya vuelta atrás, no dejará de intentarlo.

—¿Qué crees que debo hacer entonces, mamá?. No puedo huir de nuevo, no te dejaré sola—habló el ojiverde preocupado.

Anne sonrió.

—Debes llenar tu corazón con otro amor.

—Dices ...¿enamorarme de nuevo?. No digas tonterías, no lo hice en tres años lejos de él y no voy a conseguirlo ahora. Mi corazón es un estúpido y solo ama a ese imbécil, así que me moriré soltero, triste y rodeado de gatos.

—Cuando ocurrió lo de tu padre, yo me dedique a vosotros y mi corazón se llenó por completo, ya no sufrí por él.

—Si, lo sé mamá—dijo el ojiverde levantándose de la mesa— pero yo no tengo hijos... ¿Crees que quizás pueda si los adopto?— bromeó el ojiverde saliendo por la puerta pues se le hacía tarde.

—Sé fuerte Harry, no dejes que vuelva a manipularte—le dijo su madre antes de que éste saliese a la calle.

El ojiverde abrió la puerta principal y respiró hondo.

—Bien Harry, sé fuerte entonces.

23. Un novio de mentira. L.S (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora