Cap. 28 | Plegaria

1.5K 155 70
                                    


Trato de empujarlo lejos pero estoy atrapada entre sus brazos, su cercanía me produce asco y una sensación de pánico me atraviesa el cuerpo.

—¡Suéltame! —repito.

—Escúchame muy bien —dice, sus ojos están parcialmente oscuros y me miran fijamente—, los vaqueros que trabajan aquí son de mi total confianza...

—¿Por eso despediste a todo nuestro personal? ¿Para tener control total del rancho? —el sonríe sarcástico—. ¡Estás enfermo!

—Así es... No queda absolutamente nadie que pueda defenderte muñequita.

Colocando una de mis piernas entre las suyas, forcejeo una última vez.

—¿Sí? Entonces no me queda de otra que defenderme yo sola —digo, al mismo tiempo que mi rodilla se estampa en su entrepierna.

Karidis me suelta y se dobla de dolor, llevando sus manos a su parte afectada.

—Maldita perra, hija de tu...

—¿Qué? —cuestiono, alzando la barbilla—. ¿Creíste que no sería capaz de defenderme de un maldito imbécil como tú?

—Esto... te va a... costar muy caro... —exhala.

—¿A sí?, pues eso fue para que aprendas a no meterte conmigo, ¡idiota!

Dándole una última mirada de suficiencia, doy la media vuelta para salir de las caballerizas, pero caigo de bruces cuando Karidis me toma de los tobillos y me jala.

—¡No! —grito—. ¡Suéltame! —exclamo, tomando uno de los martillos que hay tirado sobre una pila de heno.

Para cuando me pongo en pie, Karidis ya está totalmente recuperado y me mira con una sonrisa burlona adornando sus labios.

—No seas un idiota —digo, manteniendo el martillo en alto—, ¿qué es lo que quieres?

—Ah, muñequita... yo lo quiero todo, incluyéndote.

—Estás enfermo, ¿acaso quieres que Darren te asesine?

El se ríe de forma burlona. —A ese hijo de puta, le faltan fuerzas para poder conmigo... más bien, seré yo quien termine con él; ya quiero ver su cara cuando sepa que fuiste mía.

—¿Tuya? —inquiero—. Yo jamás seré tuya. ¿Sabes por qué? Por que prefiero morirme antes de permitir que me pongas un solo dedo encima.

Bruno me mira con gesto burlón y una sonrisa malévola.

—¡Maldito loco! —grito, dando un paso hacia él con el martillo en alto.

—No seas tonta —dice, sin inmutarse—. Será mejor para ti no provocarme.

—Si la única forma de salvar este rancho es atravesándote esto en la cabeza —digo, empuñando más fuerte el martillo—, entonces lo hago, porque a mí no me importa que me metan a la cárcel, si con eso consigo deshacerme de ti.

Bruno Karidis sigue observándome sin moverse un solo centímetro, aún continúa con esa sonrisa y gesto burlón ensanchándose más en su maldito rostro de mierda.

Sus ojos me desafían y doy un paso atrás cuando él da uno en mi dirección.

—No te me acerques —advierto—, porque te juro que si lo haces... si me tocas un solo cabello, te parto la cabeza en dos...

Él se burla de mi amenaza, riéndose de mí sin mostrar miedo alguno. —Hace falta mucho más que eso para terminar conmigo, muñequita malcriada.

Daddy Issues© #ProyectTMYLM |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora