Cap. 32 | Olvidar

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—Oye, eso es increíble —exclama Max.

—Por aquí tenemos a los ejemplares purasangre, los cuales están en línea de venta —explico.

—Creo que la mejor decisión que pude haber tomado fue venir aquí, Angie y yo lo necesitábamos.

—Por cierto, ¿cómo vas con la pelea de la custodia?

—No muy bien, Lindsey no se cansa de joderme la vida y ya estoy llegando al límite.

Asiento y suelto un suspiro, concentrándome en la yegua que varios vaqueros tratan de empujar para que avance.

—¿Cómo lo llevas? —cuestiona Max.

—Lo llevo... creo que eso es lo importante.

—Dare, lo sien...

—No te atrevas a compadecerme —advierto, señalándolo con el dedo.

—No lo hago, sabes que comprendo muy bien por todo lo que estás pasando —suspira—. Mi vida no es la misma que la de hace diez años atrás.

—Eso era porque Lindsey no había llegado a tu vida.

—Y ojalá nunca hubiera aparecido —murmura—, aunque no puedo dejar de agradecer ese hecho, porque si ella no existiera, no tendría a Angie.

Asiento en acuerdo, sé de sobra que para Max, lo más importante es su hija, que daría cada maldito centavo que tiene, por ella.

No puedo dejar de comparar mi vida con la de él, aunque yo no voy a tener que pasar por un divorcio tan agotador; yo en cambio, tengo que aprender a manejar mi vida a sabiendas que tendré a Ember tan cerca y tan lejos a la vez.

—Te veo en un par de horas —digo, despidiéndome de él.

Mientras camino hacia la casa, reviso mi teléfono por posibles mensajes, pero mi bandeja de entrada está tan vacía como mi vida.

Tan solo han pasado dos semanas desde mi separación con Ember y se siente como la mierda misma. Por más que intento continuar con mi vida, no puedo; no consigo deshacer los recuerdos de la última noche que pasamos juntos, no logro borrar lo ocurrido, si consigo dormir por un par de horas, es un milagro, porque desde que ella se fue, yo he caído en un agujero gris y lleno de dolor.

—Hola, ¿a dónde vas? —pregunta Adam, cuando nos encontramos en la sala.

—Al Green Fields.

—¿Demoras? —inquiere, con semblante serio.

—No lo creo, ¿por qué?

—Grecia y yo necesitamos hablar contigo.

—Volveré dentro de un par de horas.

—De acuerdo —asiente, desapareciendo por el pasillo que conduce a la cocina.

Recojo mi chaqueta del sillón de lana y salgo de la casa. Apenas me subo a la camioneta cuando mi teléfono suena.

Miro el nombre de mi padre en la pantalla e inmediatamente respondo la llamada; estos días me he unido más a él, he logrado pasar la barrera que yo mismo creé.

—Papa...

—Dare, necesito hablar contigo —dice, con voz cansada.

—Voy de salida a resolver unos asuntos, pero en cuanto me desocupe, iré a verte, ¿te parece bien?

—Perfecto —murmura en respuesta y luego cuelga.

Suelto un suspiro y enciendo el motor para salir del King Park con dirección al rancho de Ember.

Daddy Issues© #ProyectTMYLM |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora