24. Videollamada

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Apenas había hablado con alguien después de cumplir mis horas de labor social, y de desempacar toda la noche. Encontré miles de fotos y dos cartas, una de mis padres y otra de Nate, cuando destrocé el sobre para leerlas no pude ser más feliz en mi vida, mi hermano firmo con un “Te amo a pesar de todo mocosa, siempre supe que eras un imán de problemas, con amor: Nathan” y mis padres con “Tu y tu hermano son nuestros más grandes tesoros los amamos más que a nada en el mundo, no lo olvides, no podemos esperar para verte y regañarte, con amor: Mamá y Papá”.

Me tiré en mi cama, dejando mi ropa en el suelo y releí las cartas unas mil veces, estaban estupefactos con la situación, pero solo había aumentado sus ganas de verme. La calma me recorrió y las lágrimas bajaron por mi mejilla, todo parecía mejorar.

Y aun así había un pequeño pensamiento que torturaba mi mente una y otra vez.

 “Efecto dómino”.

 En parte un alivio recorrió mi cuerpo al saber que no estaría sola, porque si les soy sincera, esa idea me aterraba un poco, pero también me sentía ansiosa, no quería que nadie corriera ese riesgo. 

¿Qué lógica tan precisa la mía no?

Supongo que estoy sorprendida que alguien ajeno a Dylan sea capaz de hacer algo así por mí.

Además de que le hecho de “No decepcionarlos” como dijo Kurt, tenía un gran peso sobre mí, sabía que insinuó indirectamente que sería una especie de líder, ¿yo? Una líder, que chistoso.

En fin dejaría estos problemas de lado, porque hoy, me encontraba frente a la única computadora que existe en esta Isla, esperando por la videollamada de mi familia, no había podido dormir en toda la noche así que mis ojeras no tenían nada que envidiarle a un mapache.

Miré la hora 6:55am, a solo 5 minutos de verlos y ya las lagrimas resbalaban por mis mejillas, Dios, como los extrañaba.

Después de los 5 minutos más largos de mi vida una ventana de abrió en mi pantalla con 2 personas mirando confundidos como si aun no entendieran como rayos se usaba una computadora, eran ellos ahí estaban ellos, se veían como si no hubieran dormido en días, sabía que esto no era fácil para mi, pero nunca me imagine lo difícil que podía ser para ellos, que egoísta.

– ¡Mami! ¡Papi! – gemí entre los sollozos, los grandes ojos verdes de mi madre se fijaron en la pantalla, mientras que los ojos cafés de mi padre parecían buscar desesperadamente hacía el frente.

–Hilary cariño, no te podemos ver – agregó él con cierta tristeza – ¡Nate! Mueve tu culo, no entiendo cómo usar esto.

–¡Voy! – oí a mi hermano a lo lejos – Ya no puedo hacer del 2 sin que molesten.

–Tu hermana esta al teléfono, digo, a la computadora…Lo que sea, ¡solo apúrate! – repuso mi mamá dudosa, una risa se me escapó ante la singularidad de mi familia, nunca habíamos sido amantes de la tecnología, yo tenía mis motivos debido a mis habilidades, pero mis padres simplemente la odiaban, mi hermano era el único que sabía sobre estas cosas.

Vi como el pálido y pecoso rostro de Nate apareció en la pantalla, sus ojos eran como los de mi madre.

– ¡Nate! – grité entusiasmada– ¿Me ven?

–Ahora sí pequeña mocosa – dijo con una sonrisa dulce, mis padres comenzaron a llorar cuando supongo que lograron verme.

–¡Hilary! Tu pequeña, nos has dado un susto de muerte cuando regresamos y no estabas en casa, debería castigarte por un mes – me reprocho mi madre, lucía mayor, su cabello castaño iba decorado con mechones blancos, parecía como si tuviera años sin verla. Solo mis padres hacían uso de mi tercer nombre y me llamaban Hilary, sus voces melancólicas pronunciándolos me daban ganas de abrazar la pantalla y llorar sin consuelo.

Magnetic. | 5sosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora