Capítulo IX

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Su pie no dejaba de golpetear rítmicamente el suelo, el aire que entraba por la ventana abierta de su oficina le revolvía los cabellos y la luz del sol provocaba que entrecerrara los ojos. Volvió a aspirar el cigarrillo cerrando los ojos y disfrutando ese efecto placebo de inmediato en su cerebro, lo había dejado hace unos años, pero en ocasiones así siempre caía de nuevo. Pensaba que un cigarrillo no le afectaría en nada, quizás dos tampoco, y así no se daba cuenta cuando la cajetilla se encontraba vacía; de todas formas, ese era recién el segundo de la mañana y el medio día estaba cerca.

La puerta de su oficina se abrió justo en el momento en que se encontraba relajado botando por la boca parte del humo del tabaco, por inercia soltó el cigarro tirándolo por la ventana y trató de enderezarse, pero ya había sido encontrado y no podía negar las evidencias del olor en el lugar, aunque la brisa de fuera entrara por la ventana abierta.

—Haru, ¿q-qué haces aquí? ¿necesitas algo?

—Makoto, ¿volviste a fumar? —el castaño hundió sus hombros, de todas las personas que podían haber entrado por aquella puerta, sin lugar a duda el peor era Haruka. Su suerte lo había abandonado ese día.

—No realmente, ese era el primero —mintió un poco—. No tenía nada mejor que hacer y bueno...

—Estás ansioso —no era una pregunta, sino más bien una acusación—. ¿Es por ese chico nuevo?

—¿Ansioso? ¿por Yamazaki-kun? —Makoto aprovechó de darle la espalda mientras le preguntaba y cerraba la ventana.

—Hace dos días que no viene y desde hace dos días que estás de mal humor.

Tachibana exhaló exageradamente mientras iba por el aromatizador en espray y lanzaba un poco para que la habitación dejara el agrio olor del cigarro. Era cierto que su mal humor había comenzado desde hace dos días, pero solo fue una coincidencia con que el alto moreno tampoco fuera a trabajar, una cosa no tenía nada que ver con la otra, y si Haru no hubiera mencionado eso, ni cuenta se hubiese dado.

—¿En serio? —seguía sin mirar a su amigo—. ¿A qué viniste, Haru?

El actor pornográfico frunció su ceño y tendió una mano en la que llevaba una bolsa. Makoto la tomó y vio que dentro había muchas golosinas y unas cuantas barras de chocolate de su sabor preferido.

—Supuse que estabas ansioso y para evitar que precisamente fumaras, pues te traje chocolate y otras cosas, al menos lo dulce te ayuda a relajar y te aleja de ese mal hábito que tienes.

—¿Mal hábito? No sé con qué cara me dices eso si lo tuyo es mucho peor —una mirada azulada filosa se posó en él—. De todas formas, gracias —se sentó en el escritorio mientras desenvolvía el primer chocolate víctima—. Hoy estás más hablador de lo habitual...

—No digas tonteras, sabes que hablo como cualquier otro —Nanase se sentó frente al castaño en el sillón, estiró sus piernas enlazando los tobillos y su vista se fijó en sus zapatillas—. ¿Sientes algo por el nuevo?

Aquello pilló desprevenido al más alto que saboreaba el cacao en su paladar. ¿Cómo podía preguntarle algo tan tonto como eso? Siquiera, ¿de dónde había sacado esa idea tan estúpida? De todas formas, no pudo evitar como la parte posterior de su nuca se caldeaba y la vergüenza lo invadía.

—¿P-Por qué dices eso?

—Pues porque se nota mucho, Makoto. ¿Qué son aquellas estúpidas normas que pusiste? ¿Qué solo tu podías penetrarlo? Por favor... aquello no es tu estilo, además el hecho de que sigas manteniendo las distancias llamándolo por su apellido y que él haga lo mismo. Puede que el resto no se haya dado cuenta, pero yo sí, además el otro día estuvieron encerrados durante horas...

Entre cámaras y sábanas [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora