Capítulo XVI

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El estómago no dejaba de rugir desde hacia una hora, pero por conocimiento sabía que pronto se cansaría y se callaría; su propio cuerpo acostumbrado al hambre sabía que era una pérdida de energía hacerle notar sobre lo obvio. Se frotó las manos magulladas y llenas de suciedad en la camisa roída que apenas llevaba para cubrirse del frío que empezaba a hacer en aquella noche de inicios de invierno. Quizás, si tenía suerte podría ir donde ese amable señor que de vez en cuando le daba un poco de sopa caliente.

Miró a todos lados para asegurarse de que estuviera solo, extrañaba la presencia de sus hermanos, pero ahora que habían sido adoptados por una buena familia él se alegraba de que no tuvieran que pasar por la misma situación durante más tiempo. Simplemente tuvo suerte de que la familia no separara a los mellizos, si ellos podían seguir juntos a él no le importaba seguir viviendo en la calle. Desde la muerte de sus pobres padres debido a una enfermedad contagiosa en el barrio, Makoto tuvo que hacerse cargo de sus hermanos, a pesar de que entraron al cuidado de un orfanato el cual apenas les proporcionaba un techo para resguardarse de la lluvia, y ni eso, ya que las goteras eran tan grandes que se inundaba.

A él en particular no le molestaba aquella paupérrima forma de vida siempre y cuando sus hermanos estuvieran a salvo, pero al poco tiempo llegó otro niño del cual inmediatamente se hizo cargo también. Era el hijo de sus vecinos, quienes también habían enfermado y muerto de la misma causa que sus padres. Otro niño más al que apenas se le otorgaría protección en aquel lugar.

El pequeño niño de solo diez años se había convertido de inmediato en una figura paternal y cariñosa con los demás miembros del orfanato, pero debido a la amistad de antes de la tragedia, fue con Haruka con quien creo lazos más fuertes de protección. A pesar de que Haruka era mayor que él, era más bajo y mucho más delgado, lo que la mala nutrición del orfanato solo acentuaba más; Makoto ya le daba su ración de comida a Ran y Ren, sus hermanos menores, y no sabía cómo lograr alimentar también a su amigo, hasta que un día descubrió que fuera de algunas tiendas acomodadas de la ciudad, la gente le daba limosnas por su aspecto.

La primera vez que sucedió se sorprendió y corrió detrás de la señora que le había dado el dinero para devolvérselo, pero a pesar de su insistencia, tuvo que quedarse con él. Ese fue el primer día desde la muerte de sus padres que sus hermanos comieron algo diferente al mohoso pan y sopa aguada que les daban en el orfanato. Solo por ver la amplia sonrisa de sus hermanos fue que volvió al mismo punto y con tímida voz comenzó a pedir algo a los transeúntes, con un brazo tembloroso extendido y ojos acuosos no había forma de que las personas pudiesen pasar sin notarlo y apiadarse de él.

Aunque sus hermanos ya se habían ido y en teoría no necesitaba mendigar más, siguió haciéndolo para poder ayudar a su amigo Haruka quien cada vez estaba más delgado, de una manera en que sus huesos se pegaban a la piel. Pero aquel acto de inocencia proveniente de un niño de diez años que solo quería ayudar a su amigo de la infancia más necesitado fue descubierto. Una de las institutrices del lugar encontró el dinero que había recolectado ese día antes de que pudiera gastarlo en comida o en ropa abrigada para la temporada de frío que vendría y lo golpeó luego de quedarse con el dinero. Desde ese día se le prohibió que llegase con algo desde fuera del edificio o que se ausentara por mucho tiempo.

Por eso comenzó a escabullirse por las noches, conociendo las fallas de la estructura del edificio y siendo conocido por las personas de los barrios alrededor, no había peligro si no era atrapado. Claro que por las noches la cantidad de personas que transitaban por las calles era mucho menor y menos solidarias con él; por lo que había ocasiones en donde no llegaba al orfanato hasta momentos antes del amanecer, llevando consigo apenas una hogaza de pan para repartirlo con los niños más pequeños y con Haruka

Entre cámaras y sábanas [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora