Capítulo XII

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—¿Dónde guardas tus llaves? —Makoto tocaba superficialmente los bolsillos de la chaqueta de Sousuke esperando encontrarlas hasta que un manotazo lo apartó de su recorrido.

—Puedo hacerlo yo solo, no hay necesidad de que me ayudes tanto.

Sousuke ya tenía la cabeza un poco más aclarada debido al viaje en taxi hasta su departamento, pero el aroma de Makoto sentado a su lado lo había embriagado de otra forma y no quería que pasase algún que otro inconveniente.

—Yamazaki-kun, te dije que me quedaría contigo en tu departamento.

—Pero yo no quiero, Tachibana.

—¿Acaso tienes miedo de que te devore estando a solas? —Makoto se le acercó y pasó uno de sus largos dedos por el torso de Sousuke.

—No, por el contrario, tengo miedo de no poder controlarme.

Sousuke quitó la mano posada en su pecho y pudo ver un leve sonrojo en las mejillas del castaño, internamente se alegró de hacer que se avergonzara y bufó de satisfacción.

—No te tengo miedo, Yamazaki.

—¿No? ¿Entonces porqué estás temblando?

Makoto se abrazó con los brazos, tratando de disimular el temblor delator.

—Es porque hace frío aquí fuera, vamos, abre la puerta. Te aseguro de que dormiré alejado de ti o de ser necesario encerrado en el cuarto de baño para que no caigas en la tentación.

Yamazaki suspiró hastiado y supuso que no tenía otra opción más que aceptar su inminente destino. Abrió la puerta de su departamento y dejó que Makoto entrara antes en este; cerró la puerta encerrándolos en el lugar y mientras que se sacaba los zapatos en el recibidor, escuchó un grito proveniente del otro hombre. Levantó la vista y su borrachera se disipó, ¿cómo podía haberla olvidado?

—Ya-Yamazaki-kun... ¿esto...?

—Tachibana, te lo puedo explicar, es solo... —¿qué se supone que le diría? Solo quedaba afrontarlo y decirle la verdad. —Es mi hija.

El castaño se dio la vuelta para mirarlo, visiblemente emocionado y entusiasmado con la hija de Sousuke en sus brazos.

—¡Es hermosa! ¿Cuánto tiene?

—Solo unos meses, trátala con cuidado por favor.

Makoto asintió y abrazó a la pequeña, para Sousuke fue una postal un tanto rara: Tachibana se veía realmente entusiasmado y feliz al tenerla entre sus brazos, la sonrisa que desprendía era de felicidad pura y le volvió a parecer el ser angelical que tuvo como primera impresión de él. Quiso abrazarlo y besarle suavemente los labios, quería ser la causa de esa cálida sonrisa y brillo en sus ojos. Quería más de él.

—¿Cuál es su nombre? —la voz risueña resonó por toda la estancia.

—Tonkatsu.

—¡¿Eh?! ¿No crees que es algo un poco cruel para una linda cerdita como ella?

Sousuke solo se encogió de hombros y tiró los brazos para que Makoto le entregara a su mascota. La cerdita bebé lo reconoció y movió particularmente su nariz en dirección hacia él, como si quisiera ir directo a sus brazos. Makoto la abrazó más fuerte y acarició la parte del cuello visible que dejaba el collar que usaba y allí Tonkatsu cerró los ojos, olvidándose del deseo de ir con su dueño.

—Vendida —susurró el moreno mientras se adentraba en la sala y arreglaba los juguetes esparcidos por el piso, haciéndole una seña a Tachibana para que entrara también y se pusiera cómodo en el sillón.

Entre cámaras y sábanas [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora