Capítulo XX

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―Haruka-kun parece estar agotado, ¿no es así? ¿Qué opinas Makoto-kun?

El niño de apenas trece años levantó la vista muy a su pesar para observar con detenimiento a su amigo. Allí tendido sobre la cama, desnudo y apenas envuelto con sucias sábanas se encontraba Haru, lleno de magulladuras, moretones, semen y quizás qué otro tipo de sustancias. Se notaba que ya no podía hacer nada más, incluso tenía la mirada perdida hacia la nada, resignándose a lo que vendría probablemente. Makoto apenas asintió a la pregunta.

―Qué lástima ―exclamó uno de los tantos comensales presentes―. Haruka-kun me lame como ningún otro.

―Lo has entrenado bien a lo largo de estos años, ¿no es así?

El hombre que años atrás los había recibido en su hogar asintió para luego añadir:

―Así es, me gusta que Haruka-kun sea mi niño consentido, tres años han pasado y sigo sin aburrirme de él, quiero cosechar los frutos de todo el tiempo y la dedicación que le he brindado para que sea el mejor en complacerme, y por lo visto, está gustoso de hacerlo.

Tachibana se acercó con una toalla entre sus manos y cubrió con ella al otro niño presente luego de limpiar su rostro y asegurarse de que pudiera colocarse de pie. En sus brazos solo sentía el cuerpo deshecho de Haru luego de ser utilizado a voluntad por los hombres en la sala sin tener la oportunidad de rechazarlos.

―Oye, ¿pero ahora que haremos que Haruka-kun no puede continuar? ―se lamentó uno de los presentes.

―¿No puedes darle una de estas? ―señaló otro a las drogas esparcidas por sobre la mesa junto con diversos tipos de alcohol y estimulantes sexuales que habían utilizado durante la jornada.

―No, Haruka-kun es aún muy pequeño para esas cosas, no quiero que se haga dependiente a esas cosas y luego lo perdamos. Por el momento estará bien, podemos tomarnos un descanso.

―¿Y ese otro niño que se está encargando de Haruka-kun? Lo he visto con anterioridad rondando por aquí pero nunca participando, ¿acaso lo tienes reservado solo para ti?

Makoto se estremeció en cuanto escuchó que estaban hablando de él y un escalofrío cargado de terror recorrió su columna al sentir las penetrantes miradas posadas sobre él.

―¿Makoto-kun? ―el anfitrión se mostró algo sorprendido por el cambio de tema―. No, la verdad es que es todo lo contrario, no es de mi interés así que lo he dejado estar solo al lado de Haruka-kun para que lo cuide luego de que me encargo de él.

Los otros hombres se mostraron interesados en el chico que al parecer seguía intacto de cualquier mala intención al contrario de su amigo que había sido profanado por todas las formas posibles. Una voz resonó por la habitación.

―Makoto-kun, acércate por favor.

Makoto asintió mientras se encargaba de dejar lo más cómodo a Haru lejos de los deseos insaciables de los hombres y caminó hacia quien lo estaba llamando.

―¿Sí, papi? ―preguntó con voz titubeante mientras uno de los hombres se relamía los labios al observarlo con intensidad.

―Hoy será tu oportunidad de satisfacer y complacer a los amigos de papi, ¿está bien? Así mientras ellos se entretienen contigo, Haruka-kun podrá descansar sin tener que volver con nosotros por hoy, ¿no es eso increíble?

Si había algo que el tímido niño podía hacer para ayudar a que su amigo maltrecho pudiera librarse por unos momentos de aquél suplicio, él lo haría, sin importar que él mismo tuviera que caer en ese infierno. Lo haría por Haru.

Entre cámaras y sábanas [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora