Capítulo 32: "Perdóname, linda"

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A pesar de sus constantes intentos por reaccionar, el Patterson no consiguió estabilizarse y estuvo por caer cuando, en un siguiente golpe, se quitó del camino de un Víctor decidido que no falló ninguno de sus golpes. Estaba convencido que lo mejor era aturdirlo lo más posible, consiguiendo de esa forma que no diera más pelea de la conveniente. Sin embargo, en determinado momento, Sam se detuvo y retrocedió un par de pasos. Víctor, sorprendido, lo miró receloso antes de desviar sus ojos hacia Ed.

—Es conmovedor que pretendan hacerlo entrar en razón.

—¡Para esto de una vez, Ed!

—Me temo que no lo haré. No es que no quiera, es que simplemente no...

Antes de poder seguir, un golpe lo hizo trastabillar. Su bastón cayó a un lado y él besó el suelo, regresando rápidamente su mirada hacia una determinada Danny. Sam, por su lado, inmediatamente continuó con los golpes hacia Víctor, quien pronto contó con el apoyo de Cole. Ahora eran dos contra uno, aunque la diferencia no se notaba.

—¡Levántate! —le ordenó la Owen—. Acabemos con esto.

—Mira nada más... la enana tiene agallas —se carcajeó tosco.

—Más de las que tienes tú, cabrón —insultó dando un giro para detonar en su rostro una patada que nuevamente lo envió al piso. A duras penas se fue alejando, arrastrándose como una babosa moribunda sobre el piso—. Vas a pagar por todas tus maldades.

—¿Piensas vengarte tú? No me hagas reír, apenas y podrías matar una mosca...

Sin mediar más palabras, Danny observó como, con cierta dificultad, el italiano se enderezaba. Su pierna lesionada no sostuvo todo el peso de su cuerpo, recostándola de vez en cuando sobre el suelo sin realizar ninguna mueca de dolor. La cólera y el enojo se aparecieron sobre su rostro como manchones bruscos de tinta carmesí sobre una inmaculada pintura blancuzca. Apretó los dientes, arrugó el entrecejo y alzó una de sus manos.

—Aquí te espero, princesa.

Al compás de un grito de furia, se acercó corriendo, llegando donde él para propiciarle una seguidilla de golpes que, sin problemas, Ed pudo esquivar. Balanceando su peso sobre sus pies, se movió rápidamente mientras esquivaba los golpes uno tras otro, teniendo que estabilizarse rápidamente. Su avance se vio cuando, tras diferentes combinaciones de golpes, detonaba un puñetazo o dirigía un gancho a la quijada de Dannyela. Difícilmente ella podía esquivarlos. La dejaron un poco aturdida, fuera del lugar y pronto recibió otro golpe por parte de su contrincante que no la devolvió al suelo. No obstante, en determinado momento la mujer tomó la ventaja. Observó su estado y el empeño que invertía por proteger esa pierna inestable. Organizó mentalmente sus próximos movimientos y tras un giro dirigió una patada hacia la rodilla afectada de su adversario. De esa forma lo detuvo. Al compás de un doliente alarido, acabó con su rodilla sobre el suelo y la otra ligeramente flexionada, alzando su mirada hacia Danny que, sin esperar su recuperación, lo recibió con otro puñetazo.

Acabó sobre el suelo y en su boca una lluvia de maldiciones hacia la Owen.

—Acabaré contigo...

—Lo dudo —aseguró retirando de su cinturón la pistola que llevaba. La preparó y apuntó, desviando el tiro cuando una patada la apartó del arma. Giró rápidamente su rostro sorprendido hacia la contraria y se topó con Celia, otorgándole otro puñetazo. La seguidilla de golpes que le siguió la desestabilizó.

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