Si bien era una construcción relativamente sencilla, contaba con un jardín bien decorado en la parte delantera, limitado su terreno por unas rejas altas de color negruzco. La fachada del templo estaba constituida por algunos detalles medievales, ladrillos a la vista, ventanales grandes y una puerta de madera de dos alas, abierta hacia atrás. Atravesaron el umbral y comenzaron a transitar el camino central del templo, observando las bancas pardas de madera que se posicionaban a los lados del trayecto. El techo cóncavo parecía robar el eco de sus pasos y extenderlo por el interior del inmenso interior, entonando una seca melodía producto del silencio y la tranquilidad actual del ambiente.
Un aire otoñal recorría el sitio, las paredes altas y los ventanales ligeramente abiertos del edificio producían una especie de efecto refrigerante que permitía disfrutar de un ambiente más fresco con respecto al exterior. A medida que ingresaba, Jodie observaba el interior con detenimiento. La última vez que había entrado a una tenía unos 10 años, aunque, obviamente, no tan espaciosa como esa; dirigió sus ojos hacia el frente y retiró su gorra.
Los pasos de los tres individuos resonaron a medida que se iban aproximando al púlpito, donde un hombre mayor de unos cincuenta y tanto se encargaba del aseo. Al verlos, caminó hacia ellos y se apoyó en el palo del escobillón que utilizaba para barrer.
—Buenos días —saludó—. ¿Puedo ayudarlos en algo?
—Buenas. Estoy en busca de Connor Collins —mencionó Víctor, dando a conocer por primera vez el nombre de su antiguo compañero—. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?
—Oh, ¿se refiere el reverendo Collins? —preguntó esbozando una mínima sonrisa—. Vive aquí. El templo está al frente, su casa está atrás.
—¿"Reverendo"? —inquirió Jason algo confundido.
—Entiendo... —asintió Víctor—. ¿Se encuentra disponible? Quisiera hablar con él.
—Salió a realizar algunas compras, no debe de tardar. Pueden esperarlo si desean hablar con él, o puedo dejarle dicho que han venido a verlo si llevan prisa.
—No, esperaremos. Muchas gracias —sonrió amablemente el azabache.
—Tomen asiento donde gusten —permitió regresando a sus labores de aseo.
En cuanto se apartó, los tres se dirigieron a una de las primeras bancas y tomaron asiento. Sin entablar ningún tipo de conversación por el momento, observaron la escasa decoración que se podía apreciar, así como el silencio que parecía escalar por las paredes y colgarse de los focos de luz colgantes del techo.
Luego de un suspiro, Jason acomodó su brazo vendado y miró a su padre. Aún estaba algo incrédulo de que ese sitio fuera la localización exacta de uno de los antiguos compañeros de su progenitor; quizás podría tratarse de un error administrativo. Viniendo de Billy, según él, podía ser posible.
—¿"Reverendo"? —reiteró entre susurros—. ¿Crees que sea la misma persona? Pueden haber muchos Connor Collins por el país. Inclusive en el continente.
—Tal vez, pero tiene lógica que viva en Edmonton. Aquí nació y se crió —respondió su padre entre murmullos mientras centraba su vista en el frente.
—De cualquier forma, Billy pudo haberse equivocado.
—Siempre quieres que Billy se equivoque.
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Athos:RE
Science-FictionUn final que sorprendió tanto a la escritora como a los personajes mismos. **Tercera parte de la trilogía: Jason Lee** 1º parte: "Jason Lee: Sentencias del Destino" 2ª parte: "Espuria al Mando" 3ª parte: "Athos:RE"