Capítulo 37: "¿Sabe lo que significa, joven Jodie?"

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A la mañana siguiente, temprano, Jodie se encontraba de pie. Se colocó varias prendas para combatir el frío y salió haciendo resonar sus botas para nieve en el suelo de madera que transitaba con tranquilidad. Su nuevo look, producto de una decisión propia y personal reciente, se encontraba recogido en un moño a medias acabar. Tenía dos blusones y un gran abrigo de lana por encima.

Se detuvo por el pasillo al toparse con Francis saliendo de su dormitorio temporal. En cuanto se volteó, dejó a ver ese look invernal constituido por una chaqueta café, unos guantes lanudos, unos botines marrones y esos jeans negros al compás de la gorra de hilo que llevaba en la cabeza. Acomodó las orejeras blancas que llevaba y alzó la mirada, sorprendiéndose ante la imagen de Jodie de pie a unos metros.

—Hola —sonrió levemente.

—Hey, hola —correspondió el castaño moviendo la bufanda que llevaba entre sus manos.

Se aproximó y, deteniéndose frente a ella, aguardó algún comentario que la contraria quisiera realizar. Con sus ojos calmosos y esa apariencia despreocupada de siempre, permaneció en silencio camuflando la sutil emoción que le generaba poder recibir alguna palabra diferente.

Quizás si dijera algo podría dar a entender que no se encontraba tan apenada como lo estaba realmente, pero no tuvo el valor.

—Lo que más me gusta del invierno es ver cómo competimos sin darnos cuenta para ver quién lleva la mayor cantidad de ropa posible —sonrió Francis, riéndose un poco—. Eres una ternurita con tantos abrigos.

—Vuelves a repetirlo y te dejaré un ojo morado.

—Que sean los dos y cumplo mi sueño de ser un panda.

—Claro —se rió la borgoña—. ¿Vas al hospital? —inquirió a medida que avanzaban juntos por el pasillo.

—Sí. Relevo a Rick. Es el tío de Jason, viajó para quedarse con él, pero conviene que me quede con Nube para que Rick pueda regresar. Sus problemas tiene, sé que es su familiar, pero Jason tiene quien lo cuide. Para eso estamos sus amigos —aseguró mientras se colocaba la bufanda—. ¿Y tú?

—No lo sé, me ofreceré como cuidadora. Quizás sea de ayuda para alguien.

—Seguro podrás. Quizás Danny necesite algo de descanso, desde que internaron a Sam no se ha apartado de él —opinó Francis, notando la dificultad de la joven para acomodar la bufanda que había elegido para esa ocasión. Sonrió ante su cara malhumorada, esa que se esboza cuando la ropa está en contra de las decisiones de su portador. Pronto estiró sus manos y la ayudó, deshaciendo ese nudo formado por el movimiento—. Señora bufanda, deje a esta chica.

—No es mi culpa —bufó.

—¿Sabes? Hasta te ves abrazable con tanta ropa. ¿Puedo intentarlo? Siempre quise abrazar un panda —dijo mientras extendía sus brazos hacia ella—. Di que zi.

—Olvídalo, soy alérgica a esas cosas.

—Deberás acostumbrarte junto a mí —aseguró ampliando una sonrisa. Sin más, la rodeó con los brazos para estrujarla con cariño—. ¡PANDA!

—¡BASTA! ¡Me muero! —exclamó sin hacer mucho esfuerzo en separarse—. ¡Ya basta, Francia!

—No :3 —aseguró sonriente mientras recargaba su mentón sobre la cabeza de la contraria.

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