Capítulo 10

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Zarc suspiró nervioso, buscando calmar sus nervios y darse valor para seguir con el plan.

Lo habían planeado durante días… mientras estuvieron castigados, por lo de los cargos policiales, y algo agonizantes, por los golpes que Takeru les dio; ensayaron siguiendo al omega de cabellos blancos en su recorrido, lo hicieron las veces necesarias para que la obsesión de Yusaku terminará en calcular con lujo de detalle el tiempo que Ryoken demoraba en viajar cada día de la estación cercana a la galería comercial hasta la estación Cerúleo, que era donde solía bajarse, los cuales terminaron siendo casi 35 minutos con 20 segundos y 86 nanosegundos… con un leve margen de error de 46 nanosegundos, según las propias palabras del alfa de ojos verdes que estaba ayudando en ese mismo momento.

Ahora estaban los cuatro en el tren, en zonas específicas para no ser descubiertos o relacionados, Yusaku con Haou cerca de una puerta con una vista perfecta hacia Ryoken, Kengo en la otra puerta vigilando las salidas y él detrás del omega albino; usaban audífonos de manos libres mientras usaban el Skype para hablar en grupo y dirigirse en caso de cualquier cosa.

— ¿Todos listos? En seis estaciones más llegamos… debemos comenzar apenas el tren se detenga.

— ¿Lo dices por las personas, Yusaku?

— Obviamente lo dice por eso —Haou habló al grupo mientras susurraba igual que ellos—, con más gente, más culpables y pasas más desapercibido, Zarc-kun.

— Estamos por llegar a la estación, Zarc-san, prepárate —Kengo habló antes de toser para disimular.

El alfa de ojos amarillos volvió a suspirar con algo de nervios, aunque el acoso sería algo fingido para dejar a su amigo como un héroe, no dejaba de temblar al sentir la mirada de enojo del primer hijo de los Fujiki sobre su persona.

Zarc se posicionó a un lado del omega de ojos azules, a penas se detuvieran y subieran más personas el iba a comenzar a “manosear” al omega para asustarlo para que de ese modo su amigo, que detendrá el acoso, quedaría como un héroe para su amado…

Pero como siempre, algo arruinaba sus planes y todo salía peor de lo imaginado.

En este caso, que Zarc se encontró al omega casi llorando y sonrojado, además de…

— Te dije la cintura, sólo allí… no las-

— Yusaku… no lo estoy tocando… —El alfa de cabello gris susurró al micrófono mientras se mordía el labio molesto— Un viejo alfa, claramente mayor que tu padre… se me adelanto…

— ¿Ah…?

El alfa de cabello azul con mechones rosas podía ver como su adorado omega de mechones azules parecía encogerse del miedo mientras movía una de sus manos golpeando algo… se acercó lentamente hasta ver genuinamente a un maldito viejo manoseando y pellizcando las piernas del chico.

¿Que le impedía pasar de delitos menores a homicidio intencional en ese mismo instante?

(...)

Que se hubiera acostumbrado al acoso no significaba que le gustará.

Le era humillante, degradante y vergonzoso hasta el punto de querer llorar, pero no podía quejarse, era un omega, era su culpa… él tentaba a los alfas con su sola presencia, su propia naturaleza lo hacía desear y tentar a los alfas a que lo tocarán para aparearse… aunque realmente él no quería eso y aún así lo hacía… inconscientemente, lo hacía.

Ryoken jamás supo cómo tentar a un alfa, tampoco le interesaba en realidad… porque todos los alfas son iguales. Su familia y ex-compañeros de clase eran iguales… los desconocidos que lo manoseaban y acosaban a diario desde que tenía 12 años eran iguales.

Todos los alfas eran unos animales y él, al igual que todos los omegas, eran sus juguetes.

Pero eso no significaba que dejaría que lo utilicen, no de nuevo… por eso intentaba defenderse, el problema era que cada vez que uno lo dejaba, otro aparecía.

Y cada vez más parecía que eran peores… como ese viejo que no sólo estaba pellizcando y manoseandole el trasero, si no que de hecho estaba llegando más lejos que los demás y eso le daba más asco.

Hasta ese momento ningún acosador callejero había llegado tan lejos como para llevar su mano hasta su entrepierna y manosearle ahí abajo… nunca antes un desconocido lo había hecho sentir tan indefenso y asqueado…

— ¿Ya no te resiste, lindura…? —Escucho como aquel viejo le habló despacio al oído antes de reírse, le daba tanto asco— Como se nota que eres omega… todos se resisten al inicio, ya después-.

— ¿Después que? —Repentinamente el tipo lo dejó en paz, fue al mismo tiempo que esa otra voz apareció.

Ryoken se encogió temeroso al sentir como todos lo observaban, aunque no negaría que le alegraba que ese viejo ya no estuviera tocandolo tampoco le agradaba del todo la presencia de otro alfa tan cerca suyo…

— ¿Sabe que? No me interesa, un asqueroso pervertido no tiene nada que decirme.

— ¿Qu-? Niño ya lárgate, esto no te incum-.

— Lárguese usted o voy a llamar a la policía para que se lo lleven por andar de pervertido, a menos que prefiera que le rompa el brazo aquí mismo… no me importa.

El de cabellos blancos vio con esfuerzo al viejo irse entre el montón de gente con bastante miedo… ¿Fue su imaginación o el chico a su lado fue tras él junto a otros dos?

— Oye… ¿E-estas bien…?

— ¿Ah…? —El omega de ojos azules volteó lentamente a ver al chico que lo ayudó.

Se encontró con un alfa de ojos verdes como menta, cabello azul con mechones rosas y un agradable olor a cítricos que se le hacía conocido…

— Y-yo…

— ¿Estas bien? —El alfa pareció insistir en su pregunta, se le veía bastante preocupado.

El mayor sólo asintió con cierto temor antes de susurrar un suave “gracias”, el alfa suspiro un poco más calmado antes de sonreírle nervioso, ese alfa se le hacía bastante conocido…

— D-disculpa… p-pero… ¿Nos… nos hemos… visto antes…? Te me haces… conocido…

— B-bueno… em… yo…

— Ah… —Un fugaz recuerdo llegó a su mente al ver a aquel alfa de ese modo— ¿No… no eres quien… me devolvió mi… credencial…?

El alfa ahora tenía el rostro sonrojado, desviaba la mirada y se mordía el labio con cierta ansiedad, el sonrojo en su cara aumentó antes de que asintiera.

— Y-ya veo… creo que… me volviste a salvar… gracias… ehm..

— Fujiki...

— ¿Eh…?

— S-soy… Fujiki… Fujiki Yusaku… —El alfa con olor a cítricos parecía estar a punto de desmayarse en cualquier momento mientras hablaba— Un placer…

— Ah… —Ryoken sonrió un poco temeroso— entonces… muchas gracias… Fujiki-kun…

El de ojos verdes se sonrojo aún más antes de volver a asentir nervioso, Ryoken lo imitó al tiempo que desviaba su mirada de nuevo, ya nadie los observaba.

El resto del viaje, por primera vez en mucho tiempo, fue tranquilo para el omega de cabello blanco y era una suerte porque justo ese día comenzaban sus vacaciones laborales y no quería aparecer en su casa donde estaba su adorada hija con marcas de lágrimas.

Fue en el momento que llegó a su estación y se bajó del tren que sintió a alguien tomarle de la muñeca… ¿Acaso otro pervertido…?

— P-Perdón… —Cuando se volteó con cierto pánico se encontró al alfa de ojos verdes observandole apenado, él sostenía su muñeca con tanta suavidad que más que retenerlo parecía querer llamar su atención— P-pero… ¿Q-Quieres… ir por… un café…?

— ¿Ah?

Ahora si estaba confundido ¿Acaso ese alfa lo estaba invitando a una especie de “cita”?

¡Algún día serás mi esposa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora