Le alzó de los cabellos con violencia hasta levantarle del suelo, lograr que su torso estuviera completamente en el aire mientras sus piernas se mantenían pegadas a la superficie.
Tenía toda la cara magullada y sangrando. Un ojo morado, un pómulo roto y el labio partido. Sus párpados solo entreabiertos porque dolía, el líquido carmesí mezclado con saliva que se deslizaba por su barbilla en grandes cantidades.
Siquiera gimoteaba, siquiera siseaba. No estaba haciendo ningún ruido. Solo miraba con cierta atracción, casi deseo, a la persona que sostenía un bate de metal en la mano que no usaba para tironear de las hebras pelirroja de sus cabellera.
Eran unos ojos felinos que le miraban con media sonrisa porque magullado de esa forma estaba precioso.
Y no era solo su rostro. Sus brazos, sus costillas, incluso sus piernas tenía el mismo tipo de heridas.
Con su cuerpo desnudo como lo tenía, podía verse perfectamente la totalidad de los moratones que le habían causado la paliza que acababan de darle.
Y el pelirrojo, a pesar de sus heridas, a pesar de sus magulladuras, logró esbozar media sonrisa que marcó sus hoyuelos, que eran aún más profundos que los su agresor si cabía.
El más joven acercó el bate hasta el rostro del pelirrojo y frotó el metal contra sus mejillas, una y otra vez. Lo hizo una y otra vez mientras el otro se permitía cerrar los ojos y respirar de forma más agitada.
Una vez el chico de ojos felinos detuvo ese movimiento, él abrió los ojos de nuevo y entreabrió la boca. Sacó su lengua de entre sus labios y lamió los restos de su propia sangre que quedaban sobre el frío metal, con muchísima lentitud y muchísima calma, como si el tiempo no importara.
Los ojos de ambos se encontraron en cuanto el que se encontraba de rodillas alzó la mirada y dirigió sus pupilas directamente hasta los de la persona que le había golpeado.
Había perdido la razón y ya no distinguía dolor de su propio placer. No encontraba líneas para separarlos. Y había encontrado al sádico perfecto para destrozarle, que le quería tan poco como para disfrutar de hacerle daño de esa forma tan brutal, como para verle bonito cuanto más sangraba, cuando más se enrojecía o amorataba su piel cuando él le torturaba.
El de ojos felinos estaba sacando un enorme provecho de ese pobre chico que hubiera aceptado cualquier cosa si se trataba de él.
Le dejó ir los cabellos y el otro se esforzó por arrimarse a su pierna. Se sujetó de sus pantalones para no desplomarse con lo herido que estaba.
Su cuerpo se sentía pesado, el dolor en sus costillas era agudo e intenso. Posiblemente tendría más de una rota a cada lado. Lo mismo con los huesos de sus piernas que parecían lo suficiente destrozados como para hacerle incapaz de ponerse en pie.
Cuando el muchacho a sus pies empezó a frotarse contra su pierna, el de ojos felinos se rió. Se rió mientras se preguntaba cómo podía estar ese muchacho pelirrojo tan excitado después de los golpes como lo estaba él tras haberlos propinado sin piedad alguna.
Jookyun | 2019.01.26
Happy birthday, Changkyunnie
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Gloomy April » MONSTA X. Short Stories.
HorrorTodos ellos sabían que el amor brotaba como las flores en abril, con paciencia y sin prisas. Pero su amor florecía rojo en el infierno porque era falso, porque ellos no amaban a las personas a las que amaban. Amaban mancillarlas y poseerlas. Solo qu...