Min Hyuk normalmente era posesivo, normalmente era un sádico que disfrutaba maltratando a su masoquista novio que disfrutaba de todas y cada una de las barbaridades que se le ocurrían al mayor para humillarle. Le gustaba jugar con fuego y ganar.
Porque Min Hyuk siempre ganaba.
Le gustaba poder hacer lo que le diese la gana, le gustaba tener domesticado a Joo Heon y que hiciese lo que él dijera que hiciese cuando fuese, donde fuese, y como fuese.
No obstante, todo sádico tiene una parte de masoquista. Y, si bien a Min Hyuk le ponía muchísimo obligar a su novio a arrodillarse frente a él y obligarle a chupársela mientras le impedía tocarse, también lo hacía que Joo Heon perdiera el control y le hiciera daño físicamente. Y le ponía muchísimo.
Porque Joo Heon era completamente opuesto a Min Hyuk. Era como un animal salvaje que nunca se sabía cómo podía reaccionar. Una vez las drogas hacían efecto en su sangre y se despertaba la bestia, nadie dudaba de que aquello acabaría mal de una forma imprevisible que solo las horas desvelarían.
Y Min Hyuk esa noche jugó mucho con fuego y a propósito se quemó. Porque ya sabía qué estaba haciendo cuando, mientras su novio se presentaba en una batalla de rap, dejó que uno de los asistentes se le arrimase de más, cuando coqueteó con un segundo para pedirle fuego, cuando dejó que Joo Heon le pillara in fraganti haciendo lo que, quizá, no debía, retando a Joo Heon con la mirada, buscando provocarle.
Por ello ya se lo esperaba cuando, ya afuera, caminando por la calle sin haber esperado a su novio, alguien le agarró con extrema violencia del brazo y con la misma le tiró de cara contra la pared.
Una vez se giró, tras un quejido, no sintió sorpresa alguna a ver a Joo Heon sobre él, mirándole con expresión de rabia y manteniendo una navaja contra su cuello.
Aquellas pupilas dilatadas delataban que Joo Heon había consumido algo que había despertado a la bestia que dormía en sus entrañas.
Y joder que Min Hyuk se quemó. Su cuerpo ardía como el demonio.
Siquiera se resistió, ni hizo el ademán de hacerlo o fingir hacerlo. Él no era como Joo Heon, Min Hyuk no quería que nadie le humillase.
Era demasiado orgulloso.
E, incluso si era a él al que hacían daño, Lee Min Hyuk siempre, siempre, tenía el control de la situación. En todo momento. Incluso si la otra parte no se daba cuenta.
Y, si en ese momento Joo Heon le había arrastrado con violencia hacia un callejón cercano, le había arrojado al suelo bruscamente y allí le había arrancado la ropa y había penetrado sin preservativo ni preparación, sin besos ni caricias, Min Hyuk se dejó hacer sabiendo que ese era su juego y que nadie iba a ganarle en su terreno, mucho menos su drogado novio.
Si bien Joo Heon le había abierto las piernas y simplemente había entrado con brusquedad sin preocuparse en absoluto de su novio, Min Hyuk se había mordido los labios con una sonrisa en ellos.
Así terminaron sobre un coche destartalado que había abandonado en ese callejón. Min Hyuk con el pecho sobre el capó y las piernas abiertas mientras su novio le embestía desde detrás, golpeando tan fuerte sus muslos contra el parachoques que Min Hyuk supo que esa zona se le amorataría no mucho más tarde.
Estaba tironeándole de los brazos hacia atrás para darse impulso, con sus dedos que habían terminado bien marcados en las muñecas de Min Hyuk. El mayor tenía la espalda llena de arañazos y su pecho estaba lleno de marcas que Joo Heon le había hecho con los dientes, mientras ese vaivén errático y violento no paraba. Sonaba brusco cuando las caderas contrarias chocaban agresivamente contra su trasero a cada embestida. Una y otra vez.
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Gloomy April » MONSTA X. Short Stories.
HorrorTodos ellos sabían que el amor brotaba como las flores en abril, con paciencia y sin prisas. Pero su amor florecía rojo en el infierno porque era falso, porque ellos no amaban a las personas a las que amaban. Amaban mancillarlas y poseerlas. Solo qu...