El rugido que alcanzó los oídos de Ho Seok no solo fue aterrador, sino cercano. Demasiado cercano.
El chico gimoteaba, suspendido en el aire con sus muñecas sujetas por cadenas al techo, sobre las compuertas de un foso abierto. Había una distancia considerable hasta el suelo y él rezaba para que, si la persona que le tenía allí decidía accionar el botón y abrir los grilletes, la caída lograra matarle antes de que las tres bestias que había dentro de esa jaula le destrozaran para luego comerle.
Estaba llorando, suplicando mientras su agresor le miraba con una sonrisa en los labios y unos ojos oscuros que no parecían destilar otra cosa distinta a sadismo o crueldad.
-No lo volveré a hacer -suplicó Ho Seok-. Kihyunie, por favor. Te quiero, por favor, cierra las compuertas. Te lo ruego.
El aludido endureció la mirada. No le gustaba que se burlaran de él, mucho menos que lo hiciera Ho Seok.
-¿Por qué debería creerte?
Se escuchó un gemido de dolor bajo sus pies y Ho Seok, a pesar de que sabía que iba a arrepentirse, llevó sus ojos hacia dentro de la jaula y contempló horrorizado cómo el menor de la manada tenía un enorme zarpazo en el pecho y cómo de su boca salían grandes cantidades de sangre. El otro cánido le había lanzado por los aires y su cuerpo había impactado brutalmente contra una de las paredes de la jaula.
Los ojos del agresor y mayor de las tres bestias ascendieron con prisas y pronto se encontraron con la mirada de Ho Seok. Esos colmillos afilados estaban deseando hincarle el diente. Casi podía oler el hambre del animal.
El depredador pronto abandonó su forma de bestia y dejó ver su cuerpo humano, sin molestarse en ocultar sus garras, cola, orejas o colmillos.
-¡Maldita sea, Kihyunie! ¡Déjale caer ya, tenemos hambre! -rugió el híbrido.
Ho Seok sabía perfectamente cómo funcionaban esos monstruos. Había visto a Ki Hyun alimentarles miles de veces, soltarles humanos vivos dentro de esa jaula para que se los comieran. El menor era un lobo llamado Chang Kyun; el mediano un tigre llamado Joo Heon; el muchacho que le miraba era el mayor y líder de la manada, una hiena llamada Min Hyuk.
-Ki Hyun, por favor -suplicó Ho Seok, volviendo sus ojos al aludido-. ¿Recuerdas qué hicimos anoche? Nos acurrucamos juntos tras hacer el amor y me dijiste mil veces lo mucho que me amabas, mientras yo te contestaba que te amaba más. Sé que he sido un estúpido, no debí decir que no me gustaba tu comida después del esfuerzo que pusiste en hacerla pero ¡por Dios, mi amor, entra en razón! No me vas a matar por eso, ¿verdad? -Ki Hyun borró la sonrisa de sus labios y le miró con frialdad. Al otro no le quedó más remedio que sollozar mientras tragaba saliva-. ¿Verdad...?
Ki Hyun pronto apretó los puños.
Se acercó hasta donde se encontraba su novio y dirigió sus ojos hasta los contrarios con seriedad. La mirada suplicante de Ho Seok seguía allí, con un puchero y una expresión genuina de arrepentimiento en sus facciones.
Sin embargo, siquiera la mirada aterrada de la persona a la que quería le tranquilizaba.
Hizo una mueca de disgusto y, finalmente, se agachó y cerró la trampilla con fuerza, ignorando los gritos de Min Hyuk dentro de la jaula.
Pero no era solo Min Hyuk. Joo Heon, quien era siempre tranquilo y paciente, también estaba fuera de control.
Tras haber comprobado que Chang Kyun estaba fuera de peligro tras que el mayor le hubiera arrojado de esa manera cuando el lobo, de lo excitado que se encontraba, le mordió una pata, se unió a las quejas y gruñidos de Min Hyuk. Tenían hambre y estaban hartos de esa predilección que le había entrado a Ki Hyun con Ho Seok. ¿Enamorarse de él? ¡Su amo les había prometido que podrían comerse a ese chico, que podrían devorar hasta el último de sus huesos y órganos! Aquello era una clara traición, y ellos animales salvajes dispuestos a cualquier cosa.
ESTÁS LEYENDO
Gloomy April » MONSTA X. Short Stories.
HorrorTodos ellos sabían que el amor brotaba como las flores en abril, con paciencia y sin prisas. Pero su amor florecía rojo en el infierno porque era falso, porque ellos no amaban a las personas a las que amaban. Amaban mancillarlas y poseerlas. Solo qu...