3. El juego (I)

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Solo vengo a confirmar que esto es mi imaginación en estado puro.

Mimi llevaba horas con los ojos abiertos mirando el techo de su habitación, con un brazo de Ana cubriendo su abdomen mientras que los rizos de Miriam le hacían cosquillas en el cuello. Sus manos estaban debajo de su cabeza mientras que sus dedos, entrelazados entre sí, marcaban un ritmo musical continuo. Durante unos segundos miró el perfil de la canaria y observó cómo su pecho a medio tapar por el edredón subía y bajaba con calma; la gallega estaba oculta en su cuello y no pudo verla bien, pero sentía su calor y sus latidos contra su cuerpo desnudo. Con una tranquilidad abrumadora, respiró siendo consciente de que no había sido capaz de dormir ni siquiera cinco minutos en aquella noche.

La andaluza levantó un poco la cabeza para mirar hacia la mesita de noche del lado izquierdo, donde el reloj marcaba pasadas las cuatro de la mañana.

No iba a dormir; era un hecho.

Segundos más tarde de ser consciente de ese hecho, con cuidado, Mimi hizo que el brazo de Ana pasara a abrazar a Miriam y sutilmente las juntó para que no notaran la pérdida de su cuerpo. La canaria se removió buscando calor humano y acabó haciendo lo que Mimi había esperado; Miriam se quejó con un jadeo ante el cambio, pero ninguna pareció despertarse. Así que haciendo un ligero gesto de victoria, Mimi salió del edredón con cuidado y luego de la cama, tapando a sus chicas de nuevo.

Esquivó la lencería que había en el suelo de la habitación para coger la primera sudadera y los primeros pantalones que encontró. Su IPhone fue lo siguiente que agarró antes de salir silenciosamente de la habitación.

-Misión superada-murmuró en la oscuridad del pasillo.

En el salón, con las luces encendidas, comprobó la ropa que había cogido: los pantalones, por suerte, eran unos de chándal suyos; la sudadera era de Miriam, por el contrario. Aunque la gallega era algo especial con su ropa, esperaba que no le importase aquella apropiación de una noche.

Su desnudez rápidamente fue cubierta con aquellas prendas.

-¿Y ahora, qué?

Y ahora un café.

En la soledad de la cocina se preparó aquel café pensando en por qué se encontraba tan activa, tan despierta a aquellas horas: no era angustia, pero Mimi tenía la sensación de que necesitaba pensar. Como si en realidad necesitara recordar o crear algo y su mente no dejase de trabajar buscando la respuesta.

De un salto se subió a la encimera y empezó a beber de la taza humeante. Justo cuando sus labios rozaron el borde, sonrió al darse cuenta de lo que había en el suelo: una de las bolsas de Women'secret.

Ana había cumplido su palabra y las tres, ya que Ricky finalmente había rechazado la oferta, habían ido al centro comercial para pasar el resto de la tarde. Sin embargo, la cosa no había acabado ahí. A Mimi se le había ocurrido la brillante idea de ir por caminos diferentes, durante una hora, en busca de un conjunto de lencería sexy y por la noche los descubrirían como si fueran ellas mismas las modelos.

Y eso habían hecho.

Mimi tragó el café caliente con dificultad ante aquella ola de recuerdos; a decir verdad, los conjuntos habían tardado menos de cinco minutos en ser arrancados en la habitación, literalmente hablando. La granadina aún podía sentir las uñas de Miriam rompiendo su tanga rojo junto con la liga para quitárselo, de hecho, estaba segura de que había dejado marcas en su cadera.

Había sido una noche intensa, pasional y fogosa; en cierta manera, bastante diferente a lo que habían hecho por la mañana. Mimi cerró los ojos ante las imágenes que viajaban a gran velocidad en su mente mientras que un ligero hormigueo le empezaba a subir por las yemas de los dedos. Había sido un día que aquella cama de más de dos metros no olvidaría, ni Mimi tampoco.

Con la lencería de por medio habían pasado de las caricias para centrarse más en arañar la piel, en dejar marcas en ella; se habían olvidado de las palabras dulces para gemir como si estuvieran solas en un radio de cinco kilómetros. Sin duda alguna, eran diferentes formas de hacerlo. Tanto como si buscaban alargar las horas entre caricias, besos y palabras susurradas o cuando tan solo querían batir el record de cuántos orgasmos conseguían tener.

Una gran parte de ella quiso volver a la cama y no dormir de la mejor manera.

Sin embargo, Mimi se aferró a la taza de café con todas sus fuerzas y voluntad, y se mantuvo en la encimera de la cocina sin dejar de mirar el pasillo que conducía a la habitación. Había sido un día largo, se recordó mentalmente. Y a pesar de que ya era domingo, al menos desde el punto de vista de que eran las cuatro de la mañana, Mimi sabía que el lunes llegaría para todos igual y debían volver al trabajo.

Y bebió de nuevo de su café de las cuatro y media de la mañana.

Sus piernas empezaron a marcar un ritmo; el mismo ritmo nervioso y musical que llevaba rato marcando con su cuerpo. Y sin entender por qué no se había podido dormir, Mimi hizo lo mejor que estaba en su mano: escribir. Se acabó el café de un trago, y rebuscó entre los cajones hasta encontrar una libreta y un bolígrafo. Un segundo después empezó a escribir palabras al azar en la hoja en blanco.

Eran una lluvia de ideas, de tanto palabras en inglés como en español.

Fall. Amor. Ellas. Need. Life.

Esas habían sido las primeras palabras en adornar la página, pero Mimi siguió buscando en su interior, en aquel ritmo que no le había dejado en paz desde que sus chicas habían caído rendidas en la cama.

La rubia buscó con más profundidad, y cambió de línea:

Riesgo. Never. Nothing. Juego.

Juego.

Mimi dejó el bolígrafo encima del papel y recordó que Ricky había utilizado la misma palabra para describir su relación con Miriam y Ana. Y había sido así, en un primer momento todo había sido una idea tonta, un juego que probar, una anécdota más que quizás no contar a cualquiera.

Y de repente se encontró que mentalmente tenía el ritmo y la esencia que quería.

Tardó menos de un segundo en empezar a crear una letra para aquella canción; una canción sobre jugar con fuego, sobre lanzarse y arriesgarlo todo, sobre probar y dejarse llevar por lo desconocido. La canción no tardó en coger forma con un significado claro: que a veces quemarse era lo mejor que te podía pasar en la vida. 

3 no son multitud (WARMIRIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora