Extra (I)

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Algunos años más tarde

Quiero toda la vida; quiero el día a día.

-¿Crees que tarden mucho más?

Ana marcó el ritmo con los dedos a partir de la canción que estaba sonando encima del volante con la mirada fija en lo que había delante de ellas, casi con una sonrisa en sus labios, para luego girar la cabeza hacia Miriam en el asiento del copiloto.

-Pues...-miró el reloj que había en la pantalla electrónica del coche-, no creo que tarden mucho. ¿Por qué? ¿No te encuentras bien?

-¿Eh? Sí, sí, estoy bien.

-¿Segura? Estas pálida.

-Sí, Ana-la gallega suspiró y no dejó de mirar hacia delante, aunque con el cuerpo tenso-, estoy bien.

A la canaria no le dio tiempo a contestar porque un grito en el exterior le llamó la atención; entonces vio a Mimi revolcándose por el suelo como una niña de cinco años. Seguidamente vio a su hija, también de cinco años, hacer lo mismo que su madre imitando todos sus pasos y aquella especie de baile que habían inventado entre ambas.

A veces no sabía cuál de las dos era más niña.

Suspiró, bajó la ventanilla y gritó:

-¡Mimi, por favor!-la rubia se levantó de un saltó llena de tierra y hierba e hizo un gesto con la mano ante aquella reprimenda, le daba exactamente igual y su hija la imitó-. Te juro que Amira es exactamente igual que Mimi, me da igual la genética, son igua...

-Uff.

-¿Miri? ¿Miriam, estás bien?

-Um, sí.

La leona tragó saliva casi con dificultad.

-¿Es una contracción?-Ana saltó dentro del coche para encararse a Miriam con la cara aterrada y con miedo a tocar la pequeña barriga de embarazada que tenía la gallega-. ¡Oh Dios! ¡Es una contracción! ¡Es muy pronto, solo estás de cinco...!

-¡No es una contracción, carallo!

-Oye, ¿qué pasa aquí? ¿Qué son esos gritos?

-¿Ma? ¿Mamá?

Mimi cogió en brazos a la pequeña niña de cabello oscuro y rasgos asiáticos mientras miraba intermitentemente entre las dos mujeres que seguían dentro de aquel coche resguardadas un poco de aquel frío que había llegado con el otoño.

-Es que...-Miriam bajó un poco la mirada, avergonzada-. Necesito un baño urgentemente... ¡vuestra hija está bailando flamenco en mi vejiga!

Mimi no tardó en soltar una carcajada a la vez que dejaba a la pequeña en el suelo y abría la puerta del copiloto para estar más cerca de la gallega; y Amira no tardó en subirse en el coche apoyándose solo en las piernas de Miriam.

-Yo también tengo pipi.

-Genial. Un dos por uno.

Ana tiró del cuerpo de su hija hacia su asiento para liberar el espacio de Miriam y que así pudiera moverse con comodidad; la pequeña no tardó en revolverse sobre la canaria inquieta aunque a gusto tras los pequeños besos que le dejaba su madre en el pelo.

-Ma, que tengo mucho de pipi...

Mimi, aun fuera del coche, soltó un suspiró y medio agachada acariciando la abultada barriga de Miriam sacó su teléfono móvil.

-Voy a llamar a Gala a ver dónde...

-¡Ahí, mami, ahí!

-¿Qué, princesa?

3 no son multitud (WARMIRIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora