🌿 Epílogo.

799 39 80
                                    

Creo que la canción en multimedia les queda perfectamente, no sé ustedes cx

Dedicado a tooooodos ustedes que creyeron en la historia a pesar de que me ensañaba con sus corazones. Una disculpa por eso, de ante mano, y espero que esto lo compense.

Recuerden ponerme al final de qué les gustaria que fuera el extra c:

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Muy buenos días, Texas. Son las seis de la mañana y la primaverarecién se empieza a sentir. El calor estará por arriba de los treinta grados esta tarde. El tráfico...

Uno de los implicados en aquella habitación gruño con molestia mientras giraba y estiraba un brazo intentando dar con la alarma y apagarla de un golpe, preguntándose por qué carajos la colocó tan temprano si él solía levantarse a las siete.

Tuvo que alzarse unos centímetros de su almohada y abrir los ojos para ver dónde carajos estaba la alarma y poder apagarla. El locutor de radio al fin se calló y el recién levantado suspiró dejándose caer sobre su almohada mirando el techo intentando desperezarse. Contó hasta cinco antes de mirar hacia un costado y sonreír por la hermosa imagen que tenía en frente.

Su acompañante dormía profundamente a su lado con el rostro vuelto hacia él, como si de alguna manera, en las profundidades de su sueño, supiera que él se estaba levantando. Vio como restregaba la mejilla sobre su almohada antes de estrujarla en sus brazos. El sol de la mañana alumbró la sortija dorada en su dedo haciendo que el hombre despierto sonriera encantado antes de inclinarse y besarle la mejilla, despertándolo en el proceso.

—Mmh—murmuró adormilado el hombre molestado mientras abría los ojos—Es muy temprano para despertar.

—Lo sé. Buenos días, señor Novak—saludó el mayor haciendo que el menor sonriera adormilado.

—Buen día, señor Novak—contestó seguido de un bostezo.

Los señores Novak se despertaron un jueves por la mañana más temprano de lo normal y dedicaron cinco minutos de esa mañana a mirarse con una sonrisa estúpida, sonrisa que después de diez años de casados seguía manteniéndose allí a pesar de la incertidumbre de la gente. Uno correspondía al nombre de Dean, el que se había levantado temprano, y el otro era Castiel, el que ahora veía imposible volver a dormir.

Dean deslizó una de sus manos hasta la almohada de Castiel y tomó su mano sonriendo al ver su sortija dorada entrecruzarse con la de su esposo, Cass le sonrió aún siguiendo un poco adormilado mientras entrelazaba sus dedos antes de llevarse sus manos unidas a los labios, olvidando su molestia de ser despertado temprano si lo primero que vería por el resto de su vida sería aquel rostro.

—Te amo—susurró Castiel mientras se inclinaba y lo besaba brevemente.

—Y yo a ti—susurró Dean mientras lo abrazaba.

Castiel se colocó encima de él pasando sus manos por sus hombros mientras Dean lo sujetaba de la cintura. Ambos se besaban con la lentitud de quien tiene una vida para hacerlo, con la parsimonia de quien sabe que no hay prisa ya que nadie lograría quitarle lo que tenía.

Cass sonrió contra los labios de Dean cuando éste lo acomodó entre sus piernas y comenzó a hacer esos pequeños quejidos que le gustaban mucho, demasiado. Movió sus caderas haciendo que la tela de su pantalón comenzar a rozar contra la del bóxer de Dean y ambos gimieron en voz baja pues desde que recibieron una queja vecinal ya no podían hacer el ruido que acostumbraban.

—Sabes que no se puede—susurró Castiel mientras sentía a Dean tirando de su cabello.

—Anda—susurró el rubio mientras le sonreía—Es temprano, todos están dormidos—enarcó las cejas—Prometo estar callado.

Siempre Serás Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora