Siempre Serás Tú.

🌿 Capítulo 40.

Amo jugar con su mente. Y nuevo aviso, haré más de 41 caps cx.

Inspirado en las canciones de Il Volo e Il Divo 💖 este tipo de canciones me pone los vellos de punta, no sé a ustedes. E iba a poner otra imagen pero ella me puede más que cualquier otra cosa *w* ¿no es hermosa?

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"¿Tierno el amor? Es harto duro, harto áspero y violento, y se clava como una espina"—Romeo y Julieta, William Shakespeare.

...

Las manos de Castiel se encontraban perladas de sudor mientras jugueteaban una con otra encima de aquella pequeña mesa de madera. El murmullo de voces hacía que se le pusieran de punta los vellos de la nuca pero sabía que tenía que hacerlo, no podía irse corriendo sin más, sin mirar atrás. Quería que todo terminara y si para eso tenía que estar en esa maldita habitación tenía que hacerlo.

Cass estaba cansado de huir, de correr y esconderse dentro de un cascaron. Bobby lo había regañado cuando se negó ir al juicio, lo riñó junto con su padre alegando que así no iba a lograr nada.

—Está bien huir de vez en cuando, hijo—habló el viejo mecánico mirándolo fijamente—No esperamos que puedas enfrentarlo todo y hasta el más valiente reconoce cuando es momento de darse la vuelta y correr pero no puedes pasarte toda la vida huyendo—Cass miró sus zapatos, avergonzado porque eso era lo que deseaba—A veces debes tomar al toro por los cuernos.

—No va a ser fácil, hijo—susurró Chuck pasando un brazo por sus hombros—Sé que es duro y duele pero te lo dijo Gabriel, para sanar uno debe de sangrar.

Y ahora Castiel se preguntaba si realmente valía la pena morir desangrado sólo para sanar una herida en su interior que de momento estaba adormecida por el montón de drogas en su sistema porque sí, se había tomado su dosis de antidepresivos hace horas para poder enfrentar al chico que se encontraba esposado en la mesa del otro lado del pasillo.

Llevaban lo que parecía horas en aquel lugar aunque Cass sabía que sólo habían pasado cinco y que los juicios podían tomar mucho tiempo, sentía que cada minuto pasaba como un día y eso hacía maravillas con sus nervios.

—Tranquilo—susurró Eileen en su oído sobresaltándolo—Estoy segura de que fallaran a tu favor—Cass la miró desilusionado.

—Muchas de esas personas creen que me pasa por marica—susurró señalando al jurado—No importa lo que me haya hecho, Eileen. Pero tengo miedo.

Eileen le tomó una mano y la estrujo con fuerza intentando darle ánimos. Castiel miró la sortija dorada en su dedo anular sobre una con un pequeño diamante, miró la mano de Sam a su lado sosteniendo papeles y vio una similar haciendo a juego con la de su ahora esposa. Cass no había asistido a la boda aunque se le había invitado porque no quería volver a sentir lo que sintió en la boda de Lisa y Balthazar, los que por cierto ya eran padres de un hermoso niño llamado Ben al que Cass quería ir a visitar en verano.

Ver aquellas dos sortijas hizo que el corazón del pelinegro hiciera un extraño ruido y su estómago diera un vuelco doloroso haciendo que el vacío comenzara a rodearlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin entender muy bien por qué debido a que él no sentía que el hacer una familia de esa manera fuera lo suyo.

Cass sólo quería terminar con aquello, tomar su auto y viajar por el país buscando la sonrisa que había perdido hace años. Quería dormir en moteles de carretera, conseguir trabajos que sólo le dieran para vivir al día. Quería lo que soñó cuando tenía diecisiete. Quería dejar atrás todo y él estaba listo; sabía que ningún terapeuta ni ningún medicamento iban a sanarlo como él quería. Cass quería encontrar lo que había perdido, la sonrisa en la fotografía que sentía que no volvería a tener.