🌿 Capítulo 28

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"No puedo controlar estos demonios, baby, tú eres la razón. Dime que lo sientes también"—Addicted, James Maslow.

...

Cuando estás comiendo pizza y caes en cuenta de la cantidad de rebanas que te has comido te dices ¿una y ya, sin embargo sigues comiendo? Cuando ves tú serie favorita dices ¿un capítulo y ya y terminas toda la temporada? O con los libros, ya es tarde y sabes que debes dormir pero te dices a ti mismo uno y ya...sin embargo terminas la lectura. ¿Te ha pasado? A mi constantemente sino es que en todo momento.

Tal vez ocurra porque la voluntad de los humanos es muy... ¿flexible? O tal vez sea el autocontrol. Pero también tenerlo puede jugar en nuestra contra. Un ejemplo ¿alguna vez te has prometido dejar de comer algo por determinado tiempo? Ya sabes, cuando te das cuenta de la cantidad de tu consumo y te dices que dejarás de comerlo por un mes o unas semanas para limpiarte de eso o al menos controlarte. Mi madre y yo lo hicimos con el chocolate una cuaresma...a mí se me olvidaba y compraba varios, ya que me los comía alguien me recordaba mi promesa, mi respuesta era este y ya. En cambio, mi mamá cumplió y dejó de comerlos pero cuando se cumplió el plazo se comió una bolsa de chocolates ella sola.

¿Por qué les cuento esto? Porque cuando uno se dice a sí mismo que una vez más y ya, que podrá vivir sin eso sabe que se está engañando porque hay de dos opciones; lo volverás a hacer sin parar, olvidando tu promesa como yo...o cumplirás determinado tiempo y al final te volverás loco y lo harás sin control, como un drogadicto buscando desesperadamente la droga después de su desintoxicación.

¿Entendieron el punto? ¿Sí? Bueno, entonces entienden lo que se estaba dando en aquella habitación de un hotel cinco estrellas en Miami.

La ropa iba dejando un camino como si de migajas se tratara de la entrada hasta una de las camas. Veías la camiseta negra con el logo de alguna banda olvidada, la playera azul de manga larga que se aseguraba de esconder ciertas marcas. Un pijama decoraba el suelo hecho un revoltijo con unos desgastados pantalones de mezclilla. Una bota se encontraba demasiado lejos de la otra y los calcetines ni se diga, uno le había caído a Loki en la cara haciéndolo removerse inquieto pero sin despertarse del todo.

La cama en donde no estaban durmiendo aquellos felinos estaba siendo invadida por un revoltijo de piernas y brazos, era tan difícil diferenciar qué pertenecía a cada uno, era como si se tratara de uno solo. Mish creía que era un monstruo cuando miró un momento, y los ruidos que provocaba eran molestos, tanto que decidió irse al recibidor que quedarse allí y seguir escuchando aquello. Loki la siguió poco después porque volvió a caerle otra prenda en la cara fastidiando por completo su sueño.

Castiel jadeó cuando sintió ligeras mordidas en un costado del cuello y, por un momento, temió que le encajaran los dientes, sin embargo lo que sintió fue la húmeda lengua del dueño de esas caricias acariciarle seguido de los labios y alguna mordida leve sobre su piel, como si quisiera sentir el pulso acelerado de sus venas.

Castiel dejó caer la cabeza en las almohadas y miró el techo perdiéndose en las caricias que no dolían sino todo lo contrario, en esas caricias que lo hacían sentir en una nube, que importaba. No tenía temor de terminar lastimado a la mañana siguiente, de mirarse en el espejo y descubrir nuevos hematomas.

El hombre que tenía encima se apartó hincándose entre sus piernas y tomó el frasco que había colocado en la mesilla de noche empapándose los dedos de lubricante.

—Eso fue muy presuntuoso de tu parte—jadeó al verlo embadurnarse de aquello antes de dirigirlos a su entrada—Pude cerrarte la puerta en la cara—el interpelado sonrió mientras acariciaba la entrada de Castiel sacándole un gemido.

Siempre Serás Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora