DC Cómics One-Shots.

Bruce Wayne.

Título: Back again.
Advertencia: Estos Bat-boys están loquitos.

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El entrar en la mansión donde vivían los chicos era incómodo. Dick me había llamado por una emergencia. Supuse que era alguna pelea que había tenido con Kory, por lo tanto me tomé tiempo para ir.

—¡Al fin que llegas, mujer! —escuché el grito de Jason, que bajaba las escaleras y tenía la camisa destrozada.

—¿Qué le pasó a tu camisa? —pregunté, mientras subíamos las escaleras.

—Ya verás —respondió, caminando por el pasillo y deteniéndose frente a una puerta que conocía bien.

La oficina de Bruce.

—¿Dónde está Dick? ¿Para qué me llamó? —fruncí el ceño mientras hacía las preguntas.

—Pues...

—¿Fue una trampa para hacerme venir y verlo, verdad?

—No, no, no, no, no... Bueno, sí —Jason me miró a través de su mechón de cabello blanco. Sin resistirme, lo puse detrás de su oreja.

—Te necesita, de verdad. Pasó todo el mes yendo a las misiones más peligrosas y pasándose horas en la Baticueva. Hace dos días logramos convencerlo con que saliera de allí y no ha parado de beber desde entonces —explicó el segundo Robin, poniendo un genuina cara de preocupación —. Damian está asustado ¡Damian! ¡La pequeña bolita de odio sin sentimientos!

—Eso es raro...

—Y angustiante. Alfred está allí dentro, pero no creo que logré nada nuevo.

Se frotó los ojos con las manos, dándome a entender que estaba realmente cansado.

—¿Desde cuándo no duermes? —no me respondió, yo le acomode el cabello mientras bufaba —Vete a dormir, Jay. Dile a los chicos que duerman también.

—Algunas costumbres nunca cambian —replicó, mientras se alejaba por el pasillo.

Me detuve a explorar mis opciones: Podía escapar a alguna parte de Alaska y no volver nunca más o entrar y enfrentar a un Bruce Wayne borracho y, posiblemente, muy agresivo.

Ambas opciones, a pesar de tener ambas la opción de ser aniquilada por alguien con fuerza extrema, eran tentadoras. Pero me decidí rápidamente.

Abrí la puerta de caoba de la oficina.

Un jarrón se estrelló en la pared a mi lado.

—¡¿Qué carajo?! —grité exaltada, viendo el jarrón de fina cerámica favorito de Bruce —¡¿Es enserio?! ¡Bruce Wayne deja de arrojar cosas! —no me hizo caso y estampó un vaso contra la biblioteca —¡Si lanzas una cosa más yo destruiré el Batimóvil!

Se congeló de repente, con un candelabro en la mano.

—Gracias al cielo —suspiró Alfred detrás del sillón. Salió y pude ver en sus manos muchos objetos de valor que (como me había contado Bruce) eran de su madre.

—Hola, Alfred.

—Señorita Lucas —Alfred volvió a su compostura de mayordomo eficiente —. Creo que... Emh... La dejaré para que arregle esto.

—Sí, gracias —escuché la puerta cerrarse detrás de mí.

Me trague el regaño que tenía para Bruce.