O N C E

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Capítulo once: Sentimientos encontrados, envidia y muchos celos.

El beso era suave, y no tan duro como pensé que sería. Sus labios eran suaves, no había señales de sequedad ni nada por el estilo. Durante el besó, su mano derecha se las arregló para llegar a mi mejilla, quedándose sobre ella hasta que nuestros labios se separaron. Mi corazón latía más y más rápido después de ese increíble beso. Por otra parte, un gran rubor subió hasta colocarse en mis mejillas. Por lo tanto, me aparte para ocultarlo; aunque por suerte la penumbra de la sala hizo la mayor parte del trabajo, así como las luces de colores que brillaban.

— Madre mía. —susurré en voz baja, muy baja para que Jungkook no lo oyera.

Ciertamente, me había quedado sin palabras. No tenía ni idea de qué decir o qué expresar; cosas como estas no me solían pasar. ¿Ser besado por un chico que me había gustado durante mucho tiempo? Un cuento de hadas. Y parecía que se había hecho realidad.

El me sonrío sólo unos segundos después. Sus blancos dientes brillaban a través de la luz, justo en la esquina izquierda de su labio, me dije que lo tenía levemente levantado. Una mueca tan sumamente sexy que debería ser ilegal.

Y creo que estaba empezando a divagar.

¿Y desde cuando pensaba cosas inútiles?

Oh Dios mío, quizas me estaba volviendo loco.

Ese beso me había dejado totalmente inútil. Pero sus labios eran tan ricos.
Sabían a golosinas, y no sabía por qué.
¿Habrá comido golosinas antes de besarme?

Y vaya, otra vez estaba divagando.

— Siempre he querido hacer eso. — comentó.

Arrugué las cejas con curiosidad. Al darse cuenta de mi confusión, siguió hablando.

— Tú, Taehyung, siempre me... —vaciló un segundo, parecía que la palabra era lo suficientemente pesada o importante— Me has gustado, Taehyung.

Y si antes me sentía como un inútil; con esto me había rematado por completo.

Mi corazón comenzó a palpitar casi como si estuviera en una carrera que no tenía fin. Mis ojos seguían fijos en los suyos, aunque deseaba apartar la mirada debido a esa confesión repentina. A pesar de que nos besamos y todo eso, no me esperaba que fuera a confesarse.

¡Já, nisiquiera esperaba que fuera a besarme!

Sus ojos me miraban con un toque de diversión, seguramente mi cara debía ser de risa, y aún tenía la sonrisa plantada en su rostro. Esas eran sin duda las razones por la que me gustaba; tenía demasiada buena pinta, su personalidad era igual de buena, y su sonrisa, tan misteriosa e interesante....

No supe por cuanto tiempo me quedé  mirándolo, me preocupaba que por haber estado mirandolo fijamente durante tanto tiempo el pensase que había sido un error él haberse confesado.

— Yo, uh... —me callé, mi voz mostró verdadera emoción: emoción felicidad y no se que más...— Jungkook... N-no sé qué decir, yo...

— ¿Fui demasiado rápido? —me interrumpió.

Sus ojos marrones brillaban con curiosidad, y tenía el ceño fruncido. Definitivamente incluso con esa horrorosa mueca era hermoso.

¡Demonios! Sí, me estaba volviendo loco.

Abrí los ojos de par en par y de inmediato negué con la cabeza mientras movía los brazos, como si tuviera un ataque epiléptico. Más inútil no podría haber nacido.

— ¡N-no! —grité.

Debido a la fuerte música la gente no podría escucharnos. Además, estábamos en una esquina de la sala, y la gente no parecía darse mucha cuenta de nosotros. Bueno, la verdad es que no lo sabía. No estaba prestando mucha atención a mi alrededor.

El Playboy es mi niñero © HopeV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora