챕터 treinticuatro

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NARRA TAEHYUNG

Estaba borrando las fotos de mi celular, intentando hacer espacio para las fotos a las que estaria obligado a tomar hoy. También intentando sobrevivir entre toda la suciedad del sotáno.

Bajar para acá te mantenia en un constante debate entre si conseguirias un agradable juguete de tu niñez o si moririas de tanto estornudar.

Lo que hago por huir de mi madre.

Comencé a subir en mi galeria, hasta llegar a las fotos tomadas hace unas semanas.

Algunas eran de mis aburridas tareas, y algunas otras eran del lindo erizo de Jyniu.

Jyniu.

Literal acababa de invocarla o algo asi, porque mientras iba subiendo, mis ojos chocaban con más y más fotos de Jyniu e incluso con videos de ella.

Y considerando que hubiese sido un grave delito no apreciar aquello de cerca, mi dedo se adelanto, seleccionando un video en particular.

Ahi estaba ella, durmiendo en total serenidad en el asiento del copiloto, luego de que accediera ir conmigo. Luciendo tan cómoda, tan real.

En realidad eso si sucedió.

Al recordar eso, un calor invadió mi pecho y mi estomago dio un vuelco.

Ella confío en mi.

Incluso después de que malinterpretara mis palabras, ella en verdad quiso ir conmigo, sin tener tanto interés en el destino.

A ella parecia bastarle con mi presencia, asi como a mi siempre me habia bastado la suya.

Desde que se mudo acá, habiamos tenido días de silencios inquebrantables, compartiendo miradas, pequeñas sonrisas de vez en cuando, y para mi eso fue tornandose suficiente.

Puede que no compartiera palabras conmigo, y claro que me costó acostumbrarme a eso, a que tuviera días más silenciosos que otros cuando ibamos juntos a la escuela, o cuando de la nada aparecia en la sala mientras veia televisión y no me dirigia la palabra, sólo tomaba asiento a mi lado.

Su forma de expresar empatía era esa: Estar ahí. Y con el paso del tiempo lo entendí.

Vivia hablando de mis sentimientos y preferencias, de lo mucho que me gustaba dibujar o de lo tanto que odiaba la remolacha. Y todos podian escuchar, hacerme saber su punto de vista, incluso debatir.

Perdí la cuenta en que la vi llegar a casa desde mi ventana, en su skate, ligeramente sudada, sonriendo y carcajeandose para ella misma mientras recorria la calle en su tabla. También cuando se molestaba con Jinha por inundar la casa con olor a café.

Era tan feliz haciendo cosas tan simples, sin querer hacer entender a nadie que sentia con palabras, concentrandose sólo en vivir y transmitir sus emociones.

Aprendí a valorar esos pequeños detalles de Jyniu, aunque en realidad ella no tuviera esos gestos con alguien en particular, los tomaba como una prueba de lo viva que esta por dentro.

En realidad muy pocas personas saben escuchar el silencio de alguien.

A veces en la nada tenemos todo.

in your antique shop (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora