Capítulo 8: Desdén

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DISCLAIMER: One piece no me pertenece.

ADVERTENCIAS: ( a lo largo del fic): lenguaje vulgar, porno explicito, OC(?), capítulos cortos, AU, un Zoro cachondo todo el tiempo, romance cursi(?) y Fluff.

Al capítulo

ˏˋ((🌿))  

Cuando leyó el emblema del gimnasio que decía en palabras grandes "vinsmoke sports", Sanji soltó toda la nicotina que tenía resguardaba en la boca de un suplido, metiendo las manos en su bolsillos mientras que entraba a paso firme. Empujo la puerta suavemente y recordó de nuevo con alivio lo bien que había sido revisar su celular antes de salir de casa.

Pensó que el tal grupito de los "Mugiwaras" solo sería uno en donde perdería su tiempo cuando estuviese aburrido, pero no recayó que tal vez pudiese darle información de gran valor...

Como...esa

Atrajo a su pecho una cajita pequeña que olía extremadamente bien, y apretó tontamente el moñito de color rosa con una sonrisa deslumbrante en su boca, aw ~, lo amaría.

Sabiendo que tal vez estaría en el segundo piso se dirigió hasta allá a paso lento, el humo de su cigarrillo tan enamorado como lo demostraba él, y a punto de subir las escaleras frunció el ceño torciendo la boca, y dio unos cuantos pasos hacia atrás de manera automática.

— ¿Qué está haciendo este bastardo?

Sanji había deducido, hace un tiempo atrás, que Roronoa era un maniático con el ejercicio. De todas las personas que veía todos los días podía afirmar que Zoro era el único que no se saltaba ni uno, a excepción de que él faltara, claro está. Sin embargo esto ya era el colmo, y si antes pensaba que solo era una cabeza de musculo sin cerebro alguno, ahora podía confirmarlo totalmente.

—Está levantando la pesa más pesada del lugar en cuclillas, y parece que va por el número 785.

Sanji se sobresaltó ante la tersa y cálida voz de Robin, pero se recompuso de inmediato al contemplarla tan hermosa como siempre, sentada en una banca con un pequeño libro en sus manos.

— ¡Robin-swan! ¡Me alegra verte por aquí my lady!

La azabache sonrió suavemente cuando sintió un ligero beso en sus nudillos, mientras que el rubio se inclinaba un poco más casi arrodillándose en el suelo.

—También me alegra verte, Sanji.

Algo impactó contra su corazón, y retrocedió dramáticamente tocándose el pecho, cuidando de no aplastar el paquete que tenía en sus manos.

¡Aw! ¡Ella es tan hermosa!

Nico miró de reojo al peliverde, lejos unos cuantos metros, y aun así pudo escuchar el gruñido que salió de su boca.

¿Y? ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en tus clases de arqueología

El tono meloso que utilizaba se podía escuchar incluso en el tercer piso si era necesario, y más de uno volteaba la mirada ante el peculiar comportamiento del blondo.

—Sí, pero repentinamente fueron canceladas — Explicó cerrando su libro —Así que vine aquí, tratando de encontrar algo interesante.

Sanji la escuchaba atentamente, con la mirada tan brillante como una motocicleta en la noche, y se quedó boquiabierto cuando la primera explicación "creíble" llegó a su cerebro.

¿Ella vino...por mí?

De nuevo retrocedió, con las piernas temblándole por el estímulo tan fuerte que su imaginación rosa creaba a cada segundo, y escucho un largo jadeo de cansancio que solo le agrio totalmente el humor que había conseguido.

Golden Sea (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora