CAPÍTULO 3.

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Fantasías.

(Alana)


Viendo a mi hermano en mi cuarto, con tan solo un pantalón de chándal gris colgando bajo en sus caderas y su torso y brazos desnudos, me permito fantasear con la forma de sus músculos, cómo se vería su pecho con mis manos recorriéndola, cómo se sentirían mis dedos explorando su piel, mi boca paseándose por todo su cuerpo o mis labios estrellándose en los suyos.

Es inquietante que yo sienta todo esto por mi hermanastro. Sé que no es lo correcto, pero daría lo que fuera por darle una probada a su cuerpo y que pruebe el mío también.

― No tengo un sofá o algo donde puedas dormir, así que supongo que compartiremos mi cama, ¿te parece? ―Le pregunto, mientras me doy la vuelta hacia mi cama, mirándolo sobre mi hombro. Ya me lavé los dientes y trencé mi cabello.

― Ugh, no. No me parece. ―Él se agarra la cabeza, en su particular gesto de frustración y no me mira. Pero lo conozco lo suficiente como para saber que está furioso. ― Yo no debería estar aquí, contigo... Ni tampoco esperando a que se haga el maldito fin de semana para ir a la estúpida cabaña de los abuelos... No debería estar a punto de dormir en la jodida cama de mi hermana cuando obviamente tengo la mía al otro lado del pasillo. ¡No debería tener que aguantarte después de que me delataste con papá! ―Me grita a mis espaldas y yo me estremezco levemente, con mi corazón recibiendo una fisura más de las que ya ha venido recibiendo por su culpa. Las lágrimas pican en mis ojos y me meto a mi cama.

A la mierda con él, ya tuve suficiente.

― Le diré a papá que te libere de tu obligación de ir con nosotros a la cabaña... Sabes que él accede a todo lo que le pido ―Le digo y apago mi lámpara. ― Así no tendrán que preocuparte por soportarme ―Le digo con mi voz más fría y desprovista de emoción. ― Buenas noches, Axel.

Me acurruco en mi cama, cubriéndome hasta la barbilla con las mantas. Él se despide de mí, pero no le hago caso. Él resopla y se acuesta a mi lado, dándome la espalda. Pronto, caigo en un profundo sueño, donde mi hermano está desnudo y yo estoy a su lado.

*****

Me despierto cuando siento un enorme par de brazos sostenerme muy fuerte. Abro mis ojos y me encuentro mirando la suave piel tatuada del pecho de mi hermano. Me sonrojo y el calor empieza a jugarme una mala pasada. Diosss, ¿por qué permites que me pase esto? Es una tortura.

Me intento levantar, pero mi hermano gruñe en sueños y me aprieta más, llevándome encima de él con el movimiento, mis pechos apretándose en su torso y mi entrepierna en su erección. He oído hablar de esto, es su erección matutina y es algo que le sucede a la mayoría de los hombres, así que es algo normal. Pero me atrevo a pensar y fantasear que es por mí que él está en ese estado aunque no sea verdad. ¿Qué puedo decir? Una chica también tiene derecho a fantasear.

Apoyo mi cabeza en su pecho y mi cabello se derrama por todo su abdomen, dándome cuenta al instante que mis trenzas de anoche están totalmente deshechas como cada mañana desde que tengo memoria. Es entonces cuando un pensamiento loco me abruma y me controla, logrando que pierda el sentido. ¿Cómo reaccionaría mi hermano si lo despierto de esa manera sexy como lo he visto en las pelis porno? ¿Con mi boca en su parte más sensible? ¿Seré capaz de soportar su enojo, sus gritos y su rechazo? Me encojo de hombros, así sabré si rendirme en mi repentina lucha por conquistarlo, porque ese es un pensamiento que apenas surge en mi mente con la fuerza de un tsunami, después de reprimir mis sentimientos todos estos años.

Tomando valor, me acerco a su cara y dejo mis labios sobre los suyos, con el corazón acelerado a mil por segundo. Mi hermano siempre ha sido de sueño pesado. Recuerdo todas esas veces cuando éramos niños en las que yo tenía que lanzarle en la cara un montón de agua fría con hielo para despertarlo después de haberlo intentado todo antes, desde gritarle hasta hablarle gentilmente, así que sé de sobra que es imposible despertarlo con un simple beso o unas sencillas caricias ahora mismo. Vamos a ver si se despierta con lo que tengo planeado. Paseo mis labios por los suyos y los muerdo. Bajo por su cuello y dejo un enorme chupetón en la curva de su poderoso cuello.

Tras Puertas Cerradas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora