Noticias Inesperadas.
(Alana)
Ha pasado un mes desde que se fueron los mellizos y el tío de vuelta a Canadá. Ellos se quedaron con nosotros en la última semana de vacaciones que teníamos y aunque después de nuestra caliente despedida no volvimos a jugar en familia, sé que será muy difícil dejar de verlos. Desde luego, ellos prometieron volver el próximo año, para que todos podamos volver de nuevo a la cabaña Hamilton, allí donde todos nuestros placeres fueron explorados hasta el límite.
Y el mismo tiempo ha pasado desde que Axel y yo ingresamos a un nuevo semestre en la universidad. Odio saber que se acabaron las vacaciones de verano. Papá también tuvo que volver al trabajo y creo que se enfrasca demasiado en ello ahora que decidimos que esperaríamos al próximo año para volver a la cabaña en Newark. Esa será nuestra rutina familiar para cada verano. Somos los Hamilton, nada podría ser mejor que eso para nosotros. Así que papá llega muy tarde a casa y se va muy temprano ahora que sabe que Axel y yo estamos en una relación oficial.
Y sí, ya todo nuestro círculo de amigos cercanos sabe que somos algo así como novios.
En la universidad algunos de mis compañeros causaron revuelo pensando que éramos hermanos de sangre, pero tuvimos que hacer toda esta explicación de que yo era adoptada y no compartía ningún lazo de sangre con mi hermano. Y sí, seguiré llamándolo de ese modo, desde luego, en la intimidad de nuestro hogar. Me da mucho morbo llamarle de esa manera y sé que a Axel también le gusta.
En fin, ya ha pasado un mes desde que volvimos de Miami y he decidido ir a mi ginecólogo para que me recete unas nuevas pastillas anticonceptivas. Creo que mi cuerpo las rechaza porque los dolores de cabeza y el sueño han aumentado. Axel, por otro lado, ha estado enfermo estos días. Le dije que fuera al médico, pero como no hay nadie más terco que él, dice que no es nada. Pero, en serio, ¿no es algo serio el levantarse en las mañanas a vomitar y en las tardes, comer como saco sin fondo? Eso, si me lo preguntan, es algo serio.
En todo caso, ahora estoy en la maldita sala de espera del ala de ginecología y obstetricia del hospital esperando a que llamen mi nombre, leyendo pésimas revistas de instrumentos médicos y seguros de vida, revisando mi teléfono cada cinco minutos y maldiciendo a todo el mundo en mi cabeza. Acabo de salir de la universidad y Axel no pudo acompañarme, porque según él, tenía ensayo con su bendita banda del demonio.
No sé cómo ha ido el asunto con la pelirroja cuyo nombre ni siquiera me molesto en recordar, pero sí tengo entendido que la chica ha propuesto dejar la banda. ¡Por fin me pongo de acuerdo con ella en algo! Es mejor que entienda que no puede ir rondando a mi hombre como abejas a la miel, porque solamente yo puedo comerme la miel de Axel. En todo caso, ella no ha intentado nada raro y tengo mis contactos para saberlo. Axel es muy distraído, así que no se percataría de nada, pero Dylan es un amigo suyo aún más idiota y suelta cualquier tipo de información a cambio de simples apelativos melosos dirigidos a su persona. Nada difícil. Y de ese modo he mantenido a esa mujer bien vigilada.
Estoy dándole me encanta a una publicación en Facebook de Axel sin camisa, cuando una enfermera se para frente a mí con una cara de amargura y llama mi nombre. La miro con la ceja arqueada y guardo mi móvil, poniéndome de pie. Ella me indica el consultorio al que debo ingresar, así que simplemente le murmuro un escueto "gracias" y me aparto de la mujer, ingresando al bendito consultorio. Una vez dentro del esterilizado ambiente, un doctor de unos cuarenta y tantos, un hombre maduro que hasta podría considerarse guapo, me recibe con un saludo amable.
―Buenas tardes, señorita Hamilton... Pase y tome asiento, por favor ―Me dice el hombre, indicándome los asientos frente a él.
―Buenas tardes, doctor ―murmuro, tomando asiento.
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Tras Puertas Cerradas. (+18)
RandomEsta es una recopilación de calientes escenas que te harán arder la sangre con sólo leerlas. También tienen un poco -demasiado- de absurdo romance. Si eres una persona con muchos prejuicios o de mente cerrada, te recomiendo no leer esta historia. Y...