CAPÍTULO 4.

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Desesperación.

(Axel)


Mirando el cadencioso movimiento del culo de mi hermana mientras corre hacia el cuarto de baño, no puedo definir aún si lo que acaba de suceder en realidad pasó. Porque, mierda. Se trata de Alana. La mujer que me trae loco desde los quince.

Resoplo y cierro mis ojos. ¿Es mi impresión o ella sólo afirmó que había estado fantaseando conmigo desde que tiene quince? ¿Y qué es lo que malditamente quiere decir con "desde que descubrí el sexo"? ¿Ya ha tenido sexo con alguien más? El pensamiento me enfurece y me hace querer golpear algo. Pero entonces recuerdo la asombrosa mamada que ella acaba de hacerme y creo que mi hermana pequeña ya no es tan inocente como creía. Es toda una experta en el arte de la seducción y yo como idiota caí en sus trampas.

Me levanto de la cama y me coloco mis pantalones después de recogerlos del suelo junto a la ventana más lejana a la cama. Joder, hasta me desnudó la condenada. Eso no es algo que haces si no tienes experiencia alguna en quitarle la ropa a alguien. Mascullo una maldición entre dientes y miro su excusa de pijama también en el suelo.

Recuerdo su lindo y exótico cuerpo desnudo sobre el mío, sus pechos enormes ofreciéndose a mí, tan tentadora y no puedo creer que haya desperdiciado la oportunidad que he ansiado tener desde hace mucho tiempo. Pero la verdad es que no estoy convencido de que ella me quiera realmente, quiero decir, esto puede ser sólo una fase, una etapa, un capricho. Y no estoy para aguantar nimiedades. No de ella.

Hago la cama mientras ella se ducha y antes de que salga y me asesine, bajo a la cocina por un desayuno para ambos, no sin antes hacer una parada fugaz en mi cuarto y ponerme una camiseta. Los demás ya están desayunando y veo que han preparado pancakes con mantequilla y miel, huevos revueltos con jamón, frutas y yogurt con cereal, el desayuno favorito de Alana. Ellos me dicen que se lo hicieron en agradecimiento por habernos hecho la cena ayer.

Resoplo y subo de nuevo con su bandeja y su desayuno. Decidí que sólo le voy a llevar el suyo t que luego voy a ducharme y bajar con los demás. Estoy a punto de entrar a la habitación de mi hermana nuevamente, cuando el sonido de su móvil me distrae y me pego la puerta para oír mejor.

― ¿Hola?―Ella contesta y hace una pausa― ¡Ethan! ¡Hola! ¿Cómo has estado?―Se entusiasma ella, demasiado para mi gusto, y sigue hablando. ― ¡Sí, claro! Aún necesito que me ayudes con ese problema, ha sido verdaderamente difícil para mí entenderlo... No sé lo que me pasa, estoy empezando a creer que me estoy volviendo loca si no me deshago de ese pequeño problemita ―Dice Alana al teléfono en un innegable tono coqueto. Y gruño. ¿De qué problema está hablando? Yo puedo ayudarle con cualquier picazón que tenga, no es necesario que llame a un idiota para eso.

¿Pero acaso no la rechazaste?

Ignoro la voz de mi conciencia y entro en la habitación sin remordimientos. Y me arrepiento al instante, porque mi hermana está medio desnuda y sólo con una toalla cubriéndole el cuerpo. Demoniosss... ¿Qué rayos le sucede? ¿Por qué me provoca de esa manera? ¿Es que acaso quiere provocarme un maldito paro cardíaco?

Ella me mira y me desestima de inmediato.

― Sí, Ethan... Puedes venir a mi casa dentro de una hora para que hagamos eso... Ajá... Vale... Te estaré esperando, estoy ansiosa porque llegues ―Ella suelta una risita tonta por algo que él le dice y luego abre sus ojos con una gran sonrisa mientras me mira. ― Diablos, sí, Ethan... Me encantaría que hicieras eso por mí ―¿¡Por qué su voz tiene que oírse tal malditamente erótica mientras habla con ese tipo!? ¿¡Y por qué demonios se está mordiendo el labio!?― Vale, nos vemos, adiós ―Se despide y cuelga. Espera, ¿qué es lo que va a dejar que ese tipo le haga? Ella chilla de emoción y luego empieza a dar saltitos en su lugar, y la visión de sus firmes pechos rebotando bajo la toalla me enloquece.

Tras Puertas Cerradas. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora